ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON VALENTINA BASSI, QUE ESTRENA “AMARAS LA NOCHE”
“Quería intimidad con el público”
Después del año frenético de Soy gitano, Valentina Bassi se decidió a hacer una obra escrita y dirigida por Santiago Loza en un teatro chico, el Anfitrión, fuera del circuito comercial.
Por Emanuel Respighi
Es mediodía en pleno corazón de San Telmo y la lluvia no deja de caer. A pesar del clima y el humor callejero, una sonrisa enorme se descubre a través de la ventana de uno de los tantos bares que decoran el barrio porteño. Valentina Bassi está contenta: después de una temporada en la que fue esclava de la grabación diaria de Soy gitano (donde interpretó a la maltratada Luz), la actriz encara un nuevo proyecto teatral que siente como propio. “Después de la tira me pregunté qué tenía ganas de hacer. Y me di cuenta de que tenía muchas ganas de hacer teatro, alejarme de la tele y correrme de cierto naturalismo: encontrarme con el placer de decir buenos textos”, señala la actriz. Con esa idea, Bassi le encargó la tarea de escribir una obra a Santiago Loza, a quien conoció a través de Extraño, su ópera prima, y por haber escrito una obra para el ciclo Teatro por la identidad, del que la actriz es organizadora desde sus orígenes. “Me identifico mucho –dice sobre Loza– con su forma de escribir y su manera de percibir el mundo de las relaciones entre los seres humanos.” El resultado de esa unión es Amarás la noche, la obra que se estrena hoy en Espacio Cultural Anfitrión (Venezuela 3340, sábados a las 22.30).
Protagonizada por Bassi y Raquel Albaniz, la obra escrita y dirigida por Loza cuenta el tedioso vivir de una madre y una hija a quienes el pasado no las deja de atormentar. “Son dos mujeres que están intentando conciliar los recuerdos de un pasado que las agobia. Hace mucho que conviven con sus miedos y sus ritos, cargando con un pasado turbio, que es una espina que ambas tienen clavadas y no pueden subsanar”, cuenta. Pese a que aclara que la obra tiene muchas dosis de humor, la actriz señala que las mujeres parecieran “vivir eternamente en la noche”. “En un espacio –agrega– impreciso, pero muy grande y vacío. Transcurre en la noche porque lo que sucede en ese momento del día es muy distinto de lo que sucede cuando hay luz solar: la noche es un momento de muchísima intimidad, introspección: los miedos, los fantasmas y los pasados se magnifican.”
–Amarás la noche se va a presentar en el circuito de teatro under. ¿Sentía la necesidad de escaparle a lo comercial?
–Es parte de la búsqueda que me pintó en este momento. Yo nunca hice teatro comercial. Siempre laburé en el San Martín, en el Cervantes o en el Alvear. Este año quería hacer una obra en una sala pequeña, donde las relación actor-espectador es muy distinta: tenés la respiración en la nuca. Necesitaba esa intimidad. No tengo la necesidad de estar en TV, tengo la necesidad de estar actuando. Cuando no tengo un personaje en la cabeza, enloquezco a la gente que me rodea.
–¿Haber organizado Teatro por la identidad influyó en esta nueva etapa?
–Ahí encontré el gustito de generar algo propio. No es lo mismo actuar en una propuesta de otro que gestar algo uno. En Teatro por la identidad me di cuenta de lo lindo que es el tener una idea y que se pueda hacer realidad.
–Pese a que es mucho más joven que Albeniz, en Amarás la noche usted hace de madre y ella de hija. ¿A qué se debe esta inversión de roles?
–La inversión de los roles responde a una idea que tomamos como punto de partida, cuando llegado un momento de la vida los hijos se transforman en los padres de los propios padres. Se eligió invertir los roles para crear una atmósfera de ambigüedad y poder jugar con ella. Incluso, en la obra no se sabe bien a ciencia cierta quién es la madre y quién la hija. De estas mujeres se sabe poco y nada. La obra tiene algo onírico, se presta para muchísimas interpretaciones. Se sabe que algo muy feo pasó con el padre, pero no se dice qué: es el público el que interpreta lo que ocurrió a partir del diálogo entre madre e hija.
–La obra habla sobre dos mujeres aprisionadas por un pasado tormentoso. Después de Teatro por la identidad, ¿cuál es su relación con el pasado?
–En el teatro y en el arte se habla mucho del pasado: el tormento del pasado, conciliar con los recuerdos y tus propios errores. El arte habla del pasado todo el tiempo. No es que sea algo particular para mí. Pero me gusta trabajar con el pasado, porque en él está la explicación del presente y del futuro.
–Pero, más allá de que sea una característica del arte en general, usted dio muestras de ser una actriz de las que se suelen llamar “comprometidas”.
–Hay gente que tiene más compromiso que otra. Pero no creo que los actores deban tener mayor compromiso social. En la gente de mi generación, el descreimiento es mayor al de otras generaciones. Tiene que ver con que la dictadura no sólo aniquiló 30 mil personas sino también las ideas de una generación que luchaba por un país mejor. La peor consecuencia de la dictadura es haber roto el tejido social. Los que vivieron la juventud en época de la dictadura están quebrados, los que éramos muy niños fuimos criados en una sociedad individualista y muchos de los que nacieron en democracia no tienen idea de lo que pasó. Así y todo, yo pude ver en Teatro por la identidad que hay mucha gente que no quiere olvidar. Pero además es necesario enmendar las heridas. No sólo se debe recordar el pasado sino también encontrar soluciones y exigir justicia.