ESPECTáCULOS › EL MUSICO CUENTA SU EXPERIENCIA CON EL BAILARIN

Las nuevas afinidades electivas

Charly está en su bunker, donde toca, escucha música, recibe gente, atiende llamados y genera esa revolución permanente que es el planeta García. En diálogo con Página/12, el músico se entusiasma cuando cuenta cómo es el trabajo que hizo para el espectáculo de Guerra. “Cuando surgió este proyecto con Maxi, me pareció bárbaro. Yo venía de una experiencia fallida, con la sinfonía que nunca se estrenó. Había estado un año con eso, con tanto quilombo y la burocracia infernal del Colón. Esto me gustó porque era algo más chico, más posible de concretar, y me mandé”, señala.
Enganchado con el tema, Charly continúa: “Lo hicimos todo con mucha naturalidad. El me contó la idea general y yo le tiré una onda. El tipo de música que hice creo que se complementa bien con la danza y especialmente con el tipo de danza que hace Maxi. Son cuatro movimientos, que tienen un concepto común. Es como una suite, que ensambla cuatro estados de ánimo diferentes. Uno de los números es como una ópera rap y tiene que ver con la sensualidad, con el aguante. También aparece el tema Loco, no te sobra una moneda, que es una canción que yo hice hace muchísimos años, y que nunca grabé, y que Maxi me la pidió. Era un tema medio patético, la vida de lo que en aquel momento se llamaba un firestone. Parecía fuera de onda, pero con Maxi vimos que no, que los pibes siguen sin una moneda, que Pappo sigue tocando y el rocanrol sigue protestando”.
–Evidentemente, existe química artística entre ustedes.
–Sí, porque Maxi es un tipo supersencillo y nos comunicamos bien. Cuando hizo la versión mía del Himno me invitó y fue un momento interesante. El entiende de música y yo de danza. Lo que sé es por haber estado quince años casado con una bailarina. Aprendí a mover las caderas...
–¿Lo que van a hacer se escapa un poco de las convenciones del género?
–La danza tiene el mismo karma que la música clásica. A veces parecen piezas de museo. Necesitan un poco de renovación. Y a la gente le gusta. Cuando hicimos lo del Himno en el Colón, el público estaba como transportado. Los que después se quejaban era para defender su prejuicio. Tampoco estoy a favor de que en el Colón se haga cualquier cosa, tipo los premios Gardel o algo así. Maxi y yo tenemos formación clásica. Y somos transgresores. Porque para romper una regla, primero hay que conocerla.
–Usted tiene físico para la danza.
–Sí, físico sí, pero me falta el sentido del ritmo. Tampoco el bailarín medio tiene sentido del ritmo. Yo tengo oído absoluto, pero ritmo muy poco. Me acuerdo cuando ensayábamos Rasguña las piedras en Sui Generis, con el metrónomo. Hasta que conocí a la brasileña no saqué el ritmo. Los argentinos somos muy melódicos, pero nos falta el “samba brasileño”.

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