PSICOLOGíA › DIFERENCIAS ENTRE LA TRASGRESION Y LO PERVERSO

“Las marcas de lo escandaloso”

 Por Mauro Vallejo *
y Carlos Walker **

¿Es la transgresión una figura de lo perverso? ¿La perversión está signada por un accionar eminentemente transgresivo? Responderemos de antemano que no, e intentaremos justificar esta negativa por medio de un breve rescate de la noción de transgresión elaborada por Georges Bataille (El erotismo) y las puntualizaciones que al respecto hizo Michel Foucault (Prefacio a la Transgresión. Entre filosofía y literatura). Si bien el solo nombre de esta operación se presta fácilmente a hacer suyas las marcas de lo escandaloso, de lo antisocial, en fin, de lo mal llamado “perverso”, será precisamente allí donde estos autores nos permiten hacer a un lado esa extraña condensación que termina exigiéndoles transgresiones a los perversos y obediencias a los neuróticos.

La transgresión aparece, en una delgada bisagra, como un gesto que concierne al límite, abriendo así la posibilidad de que este último se reconozca por primera vez en el ademán que lo franquea. Foucault lo escribió así: “La transgresión lleva al límite a despertarse en su desaparición inminente, a encontrarse en lo que excluye (más exactamente tal vez, a reconocerse allí por vez primera), a experimentar su verdad positiva en el movimiento de su pérdida”. La mirada vuelta atrás, propia de la transgresión, instituye al límite como tal; no se niega allí lo prohibido, no se eliminan las leyes: “La transgresión no está menos sujeta a reglas de la prohibición. No se trata de libertad. En tal momento y hasta ese punto, esto es posible: éste es el sentido de la transgresión”, escribió Bataille.

La transgresión es un movimiento propio del erotismo que atestigua la falta de coherencia a la hora de intentar asignarle un contenido determinado a lo prohibido. No hay, entonces, un estar por fuera de la norma, pues allí no hay edictos. No es una manera de proscribir algunas formas de lo erótico, sino de instalar un terreno en que las particularidades tienen lugar. Es por ello que la norma no puede anteceder al acto transgresivo que, en su mueca, delata la arrogancia de la juntura (perversión-transgresión) que intentamos sortear. Jacques Lacan (Seminario 9, “La identificación”) afirmó: “Que el deseo se instituye en transgresión, todos tienen la experiencia de esto; lo cual no quiere decir que no se trate ahí más que de una cuestión de fronteras, de límite trazado. Más allá de la frontera franqueada, comienza el deseo”.

Así, la transgresión se ubica regida por un orden al cual es imposible adjudicarle un contenido fijo. De esta manera se destaca un movimiento –juego instantáneo del límite y de la transgresión– que no admite correspondencia alguna con una nosología clínica determinada.

* Concurrente en el Equipo Infantil Juvenil del Centro de Salud Mental Nº 3 Arturo Ameghino.

** Psicólogo. Texto extractado del artículo “Transgresiones perversas o el olvido de Masoch”, publicado en la revista Psicoanálisis y el Hospital, Nº 29, “Empuje a la perversión”.

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