Viernes, 8 de agosto de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › ENTREVISTA CON JULIO GONZALEZ MONTANER, QUE ASUME COMO PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL DE SIDA
El investigador argentino, que sucede en el cargo a un compatriota, Pedro Cahn, plantea como objetivo de su gestión “disminuir la brecha de implementación entre lo que sabemos y lo que realmente ponemos en práctica”. Un balance en el cierre de la conferencia.
Por Pedro Lipcovich
“Hemos logrado mucho pero, de lo que logramos, poco es lo que ponemos en práctica”: así puede definirse el estado actual de la lucha contra el VIH/sida, tal como lo plantea Julio González Montaner, que hoy –en el marco de la Conferencia Internacional sobre Sida, en México– asume la presidencia de la Sociedad Internacional de Sida (SIS). Lo logrado es: “Por primera vez, la epidemia ha disminuido sensiblemente su crecimiento”; “el 33 por ciento de las embarazadas con VIH recibe tratamientos que impiden la trasmisión al bebé”; “los tratamientos ofrecen una expectativa de sobrevida saludable de hasta 40 años”; “se desarrollaron estrategias preventivas eficaces, en las que la promoción del preservativo se combina con la educación y las reformas para disminuir la discriminación”. Sin embargo, “la cantidad de personas que se infectan cada día es mayor que la de quienes inician tratamiento”; en muchos países, “en vez de buscar a la gente para llevarla a los tratamientos, se espera a que vengan”; estas y otras limitaciones marcan “la brecha de implementación entre lo que sabemos y lo que ponemos en práctica”. González Montaner explicó por qué muchas personas con VIH deberían iniciar tratamiento antes de lo que postulaban los consensos anteriores, y advirtió que “en nuestro tiempo de vida no veremos el fin de la epidemia”.
El nuevo titular de la SIS, nacido en la Argentina, dirige el Centro de Excelencia en VIH/sida de British Columbia, Canadá, y es coordinador de la Red Nacional de Ensayos Clínicos para Sida en ese país. Sucede en el cargo a otro argentino, Pedro Cahn.
“En esta conferencia –contó a PáginaI12, en diálogo telefónico desde México–, hemos aceptado que, por lo menos para la próxima década, no hay perspectivas de lograr una vacuna efectiva. Al mismo tiempo, los últimos datos muestran, por primera vez, cierta estabilidad en las cifras globales del VIH, con 33 millones de casos: es un número inmenso, pero la cantidad de nuevas infecciones ya no crece al ritmo de las últimas dos décadas.”
Es que “las acciones que desarrollamos empiezan a dar fruto. Hay un aumento significativo en la cantidad de personas que reciben tratamiento antirretroviral, y un crecimiento importante en la cantidad de mujeres infectadas que, durante el embarazo, acceden a tratamientos que, además de proteger su salud, previenen la trasmisión al bebé: ya el 33 por ciento de las embarazadas en el mundo tiene acceso a estos programas”. Sin embargo, “ese mismo dato significa también que siete de cada diez embarazadas no reciben tratamiento. Y, en adultos, la cantidad de pacientes que se infecta cada día es mayor que la cantidad que inicia tratamiento”.
Y los tratamientos son cada vez mejores: “Un trabajo presentado en el marco de esta conferencia demuestra que otorgan, como mínimo, más de una década de vida saludable, y se estima que los pacientes podrán llegar a más de 40 años de vida saludable –anunció González Montaner–. Hay incluso medicamentos efectivos para pacientes que ya han desarrollado resistencia a distintas drogas”.
Además, “en esta conferencia verificamos un cambio revolucionario en los lineamientos terapéuticos. Hasta hace un tiempo, entendíamos la evolución de la enfermedad del siguiente modo: luego de la infección, un ciclo asintomático de aproximadamente una década, seguido por la aparición de la inmunodeficiencia, el sida; entonces, el tratamiento era para disminuir o evitar la inmunodeficiencia, y comprendía a todo aquel en quien la cantidad de linfocitos CD4 estuviese por debajo de los 350 por mililitro de sangre. Pero ahora entendemos que ese período asintomático es en realidad un estado de inflamación crónica, durante el cual el virus daña los riñones, el corazón, el hígado: aunque los linfocitos estén por encima de ese límite, hay que iniciar tratamiento ante cualquier indicio de riesgo cardiovascular o enfermedad que pueda ser empeorada por el virus”.
“Desde luego –advirtió González Montaner–, los tratamientos no han dejado de tener efectos secundarios, la mejor opción siempre es no infectarse y el uso de preservativos es esencial. Pero, admitiendo que este uso no es todavía generalizado y consistente, hay que observar que, en las personas bajo tratamiento, la cantidad de virus se minimiza, lo cual hace menos probable que trasmitan la infección: así, el acceso generalizado a los tratamientos tiene también un importante efecto preventivo.”
Y, en el orden de la prevención, la clave consiste en “combinar estrategias efectivas: la reducción de daños, por ejemplo para los usuarios de drogas inyectables; la educación; la promoción del preservativo; reformas legislativas que disminuyan la discriminación”, instó el flamante presidente de la SIS, y comentó que, aunque “podemos estar muy contentos”, no obstante “estamos muy apesadumbrados”.
Contentos porque, “en el plano de la investigación, hemos avanzado muchísimo en los últimos 25 años”. Pero muy apesadumbrados “al reconocer que, de todo lo que sabemos, poco es lo que se ha implementado, porque, en el liderazgo político mundial, falta reconocer que el VIH es un problema fundamental. Aun en países desarrollados, los programas son relativamente débiles, de poca intensidad. Estamos en condiciones de demostrar que los nuevos casos podrían bajar hasta un 50 por ciento en menos de cinco años implementando recursos como éstos: aumentar la oferta de tests de VIH; buscar activamente los casos, conducir a la gente a los tratamientos en vez de esperar a que vengan; generalizar la cobertura de tratamientos; intensificar las políticas de prevención y adecuarlas a cada población; disminuir la discriminación, si es necesario cambiando legislaciones; facilitar siempre el acceso a los tratamientos”.
Como nuevo presidente de la SIS, “mi objetivo primordial es disminuir lo que llamo la brecha de implementación entre lo que sabemos y lo que realmente ponemos en práctica”, promete González Montaner, y al hacerlo se fija un objetivo que llenará sus días, ya que “en nuestro tiempo de vida, no llegaremos a ver el fin de la epidemia”.
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