SOCIEDAD › CONDENA A UNA MADRE POR MATAR AL HIJO QUE ESTABA VEGETATIVO

Acto de amor o asesinato

Una mujer británica le inyectó heroína a su hijo en estado vegetativo irreversible. Ayer fue sentenciada a cadena perpetua.

Frances Inglis mató a su hijo Thomas en 2008 inyectándole una dosis mortal de heroína impulsada, según dijo, “por el amor y la compasión”, porque ya no soportaba verlo en estado vegetativo e irreversible. Ayer, esta mujer de 57 fue condenada por un tribunal inglés a cadena perpetua por el hecho. Al leerle la sentencia, el juez Brian Barker esgrimió: “Usted hizo por su cuenta lo que pensaba que su hijo hubiera querido, sacarlo de lo que usted describe como un infierno viviente. Pero usted no puede matar por más justificada que parezca la razón”. El jurado se tomó casi seis horas y media para decidir la condena, que desencadenó una polémica en un país donde está prohibida la eutanasia. Durante el juicio, Inglis balbuceó entre lágrimas que “no tenía opción” ante la situación de “horror, dolor y tragedia” en la que estaba su hijo.

Thomas era uno de los tres hijos de Inglis y se había lesionado en julio de 2007. El joven tenía 21 años entonces y tuvo una pelea callejera en Dagenham, al Este de Londres, en la que le partieron un labio. Los médicos que llegaron para asistirlo le indicaron que debían llevarlo al hospital. Thomas no quería eso, por lo que se tiró de la ambulancia en movimiento y al hacerlo golpeó su cabeza contra el asfalto. Cuando finalmente arribó al hospital, los médicos determinaron que la lesión cerebral era irreversible. Quedó en estado vegetativo.

El joven quedó internado en el Queen’s Hospital, en la ciudad de Essex, y era alimentado a través de un tubo que iba directo al estómago. Le habían hecho una traqueotomía para que pudiera respirar. Durante el juicio, uno de los hijos de Inglis contó que su madre se había vuelto “loca” desde el accidente. Dos meses después del hecho, intentó inyectarle una dosis letal de heroína, pero la descubrieron y la detuvieron. En ese momento, la Justicia inglesa decidió otorgarle el beneficio de la libertad condicional. Thomas fue trasladado a otro hospital, The Gardens Neurological, en Hertfordshire, donde circulaba su foto entre los guardias de seguridad.

Por entonces, la mujer tenía en claro que la única forma legal de lograr que su hijo muriera era recurrir a la Corte Suprema inglesa y conseguir un fallo favorable para que le retiraran el agua y la comida. Quedó horrorizada con esto, dijo durante el juicio, porque implicaba un sufrimiento enorme para su hijo. La heroína, que ella nunca develó dónde y a quién se la compró, le parecía una forma menos dolorosa de quitarle la vida. Así se lo explicó al jurado: “Yo quería que él no sufriera, por eso pensé en la heroína, un calmante, una forma pacífica de morir”.

El 11 noviembre de 2008, Inglis, una mujer que había estudiado enfermería, luego de pasar años ayudando a los adultos con problemas para estudiar, se presentó en el hospital donde estaba su hijo haciéndose pasar por su hermana. Allí firmó en el parte de visitas con el nombre de Atkins. Antes de cerrar la puerta de la habitación, le dijo a una enfermera que tenía el virus del VIH y amenazó con escupirla para que se fuera. “Lo sostuve en mis brazos, le dije que lo quería, tomé una jeringa y lo inyecté en los muslos y el brazo. Le dije que todo iría bien”, contó durante el juicio, donde la condenaron por diez votos contra dos.

“No existe en la ley el concepto de asesinato misericordioso. Es sencillamente asesinato”, dijo el juez Barker. Los familiares de Inglis le gritaban “¡Sinvergüenza!” al magistrado. Sus otros dos hijos la apoyan, al igual que el padre de Thomas. Alex, el mayor de sus hijos, dijo ayer a la prensa: “Toda la familia y la novia de Tom apoyamos totalmente a mi madre. Todos los que amaban a Tom y se sentían cerca de él no consideran lo que ha hecho un asesinato, sino un valiente acto de amor. ¿Cómo puede ser legal conseguir que muera de hambre y de sed, e ilegal terminar con el sufrimiento de una forma rápida, calma y amorosa?”.

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Frances Inglis mató en un hospital a su hijo Thomas, en 2008.
 
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