Domingo, 22 de abril de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › CONGRESO SOBRE ACCESO IGUALITARIO AL ABORTO SEGURO
El encuentro convocado por organizaciones de ocho provincias denunció trabas para el uso de Oxaprost.
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat) establece que el Oxaprost, medicamento legal que se utiliza para, entre otros, el procedimiento de un aborto, debe comercializarse bajo receta simple. Sin embargo, muchas farmacias del país se niegan a venderlo, aplican un sobreprecio o exigen requisitos innecesarios como una doble receta, información del usuario o constancia de que quien lo compra no transita un embarazo. Así expusieron ayer organizaciones de La Pampa, Buenos Aires, Mendoza, Tucumán, Salta, Misiones y San Luis en el Congreso Acceso Igualitario al Aborto Seguro.
“Negarle a una mujer una caja de Oxaprost (nombre comercial del misoprostol en Argentina) es mandarla a una sonda, a una aguja de tejer o a un perejil, porque la que necesita abortar, aborta, y la que pide pastillas no es la que tiene la posibilidad de pagarle cinco mil pesos a una clínica”, explicó a Página/12 Verónica Marzano, del colectivo Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto, que organizó el debate en la Plaza del Congreso, en el marco de su trabajo de difusión y asesoramiento sobre la práctica de abortos medicamentosos a través de la línea telefónica “Más información, menos riesgos 011-15-6664-7070”.
Las pastillas utilizadas con suficiente información son “el método más seguro a nivel mundial y la primera opción frente a la necesidad de un aborto, tanto para la Organización Mundial de la Salud, como para las autoridades argentinas que, por ejemplo, la ubican como la primera alternativa en la Guía Técnica de Aborto No Punible”, añadió Marzano.
El medicamento es recomendado también para problemas gástricos y su venta según Anmat sólo requiere de receta donde figure el nombre del medicamento con la firma y sello del médico que lo prescribe. Menos de la mitad de las farmacias consultadas por las organizaciones sociales que participaron de la convocatoria del Congreso cumplen esas condiciones.
En Posadas, el movimiento LGBT recorrió 18 farmacias del centro y la periferia del distrito. En la ciudad, el precio rondaba los 300 pesos, mientras que en la zona sur llegaron a pedirles 659. Muchas farmacias les ofrecieron vendérselas sueltas, en el caso de no tener receta. La caja trae 16 comprimidos, que de comprar por unidad debían pagar entre 40 y 80 pesos cada uno, dijeron.
“Santa Rosa, como toda ciudad chica, es bastante conservadora”, introdujo Florencia Pumillo, de la organización pampeana Mujeres por la Solidaridad. “Aunque consigan receta, acá no vendemos eso”, les dijeron en algunos de los 24 locales consultados. El 62 por ciento, explicó la referente, vende el medicamento, siempre con receta, a 332 pesos en promedio.
Activistas que trabajaron la problemática en La Plata indicaron que en la mayoría de las farmacias no aceptaban recetas de hospitales públicos, pedían doble receta o directamente se negaban a venderla. En San Luis, las referentes encontraron como constante en casi todas las farmacias que no había stock. “Es que hubo una circular que se entregó a todas las farmacias, donde decía que este medicamento tenía un segundo uso abortivo y recomendaba no venderlo”, explicaron. Además, se encontraron con que los farmacéuticos buscan algún error en la receta o tratan de indagar para qué fue recetado el medicamento.
Marzano explicó que el objetivo del relevo fue “demostrar que aunque la práctica del aborto sea ilegal hay muchas otras cosas que no deben suceder. El abuso, el maltrato, la impunidad son ilegales y un farmacéutico no es un policía, no tiene derecho a preguntarte para qué lo vas a usar. Hay una doble moral del farmacéutico, que por un lado quiere detenerte y, por otro, aprovecha para subirte el precio”.
El aborto en Argentina es la segunda causa de mortalidad materna y una realidad que atraviesan 500 mil mujeres al año. “Que se garantice el acceso al misoprostol es la mejor forma de generar prácticas que contrarresten las consecuencias de la ola de prohibición sobre las mujeres, en especial las más pobres”, opinó Marzano. “Los médicos tienen libertad de prescripción y así como pueden recetar aspirinas para el corazón, aunque el Anmat no recomiende ese uso, pueden recetar Oxaprost para terminar con hemorragias posparto o un embarazo no deseado.”
Informe: Rocío Magnani.
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