En los últimos cinco años, La Plata y su área metropolitana redujeron más del 10 por ciento la cantidad de basura que envía al relleno sanitario de la Ceamse, gracias al funcionamiento de un sistema de separación en origen y recolección diferenciada de la basura reciclable. Una flota específica de camiones retira las “bolsas verdes” (que se distribuyen por acuerdo con los supermercados) y las lleva a las cooperativas de cartoneros. “La recolección diferenciada es lo que sostiene la adhesión de los vecinos, al sentir que la ‘bolsa verde’ se la están entregando a alguien” y “si no hubiera un firme sistema de salida gracias a los cartoneros, la separación en origen sería inútil”, destacó el titular de la Agencia Ambiental de La Plata. La semana pasada empezó la construcción de la planta de tratamiento de residuos, que transformaría en compost (abono) la fracción orgánica y pondría en valor como combustible sólido parte de la fracción inorgánica. El tema adquiere especial actualidad a partir del agotamiento, previsto para el año próximo, del relleno sanitario Norte 3, que recibe la basura de la ciudad autónoma y parte del conurbano.

“Desde 2008, La Plata redujo entre el 10 y el 12 por ciento la cantidad de residuos que envía al relleno sanitario –subrayó Sergio Federovisky, presidente de la Agencia Ambiental de La Plata–. El relleno sanitario de Punta Lara, de la Ceamse, a donde mandamos nuestros residuos, es el único en el que descendió el ingreso en los últimos cinco años. Tomando en cuenta que la mayoría de la gente usa las bolsas del súper para tirar la basura, hicimos acuerdos con los supermercados de la zona para que distribuyan la ‘bolsa verde’, donde van los residuos reciclables. Pero el núcleo del éxito que viene teniendo el proyecto es la recolección diferenciada. En La Plata, la municipalidad utiliza distintas flotas de camiones que circulan en distintos horarios: unos, para llevar a la Ceamse la basura convencional; otros, para llevar las ‘bolsas verdes’ a las cooperativas de cartoneros, que comercializan libremente lo que reciben. De este modo, no hay posibilidad de que se mezcle una con la otra. Y prácticamente ya no hay cartoneros en la calle, ya que nosotros les llevamos la basura en los camiones. Si no hubiera un firme sistema de salida a través de las cooperativas de cartoneros, sería inútil la separación en origen.”

En cuanto a la adhesión de los vecinos a la separación en origen, “es relativamente buena, como lo muestra la disminución en la cantidad de residuos que van a relleno sanitario –contestó Federovisky–. Hemos descubierto que la conciencia de la gente es mayor de lo que creíamos. La herramienta central para promoverla es la recolección diferenciada: con este procedimiento el Estado se hace presente para convalidar la separación en origen, le da sentido y la gente siente que la bolsa verde se la está dando a alguien”.

–Esto es lo que ya se viene haciendo. ¿Qué más se podrá hacer cuando se haya finalizado la planta de tratamiento de residuos? –preguntó Página/12.

–La planta de tratamiento recibirá todo lo que en principio no es reciclable: lo que no viene en bolsa verde. La primera obligación del operador de la planta es examinar cuánto de lo que le llega es, todavía, potencialmente reciclable, y enviárselo a los cartoneros. Una vez pasado este tamiz, queda alrededor del 80 por ciento del total de basura, que ya no tiene potencial reciclable. Aproximadamente la mitad de este material es orgánico, y el operador de la planta está obligado a tratarlo como compostaje. No puede mandar a relleno ni un gramo de basura orgánica, la totalidad de la fracción orgánica va para compost –precisó el titular de la Agencia Ambiental.

“Lo que todavía resta –continuó– es algo menos del 40 por ciento del total original: ya se retiró lo reciclable y lo orgánico. De lo que queda, hay una parte que tiene valor calorífico: se la tritura mecánicamente, sin ningún proceso químico, y se la utiliza para producir un combustible sólido recuperado, formado por celulosa, plásticos no clorados, madera y otros materiales. Este combustible servirá para reemplazar parcialmente el carbón que se utiliza en hornos de la industria cementera. También podrían utilizarse en usinas, por ejemplo la de San Nicolás. Hemos hablado ya con la empresa Cammesa con la perspectiva de reemplazar parte del carbón que se usa en usinas.”

“Después de separar todas estas fracciones, queda una parte que no supera el 20 por ciento del total inicial de basura: no es reciclable, no es orgánica y no tiene valor calorífico; tampoco tiene peso contaminante. Todavía no se resolvió si este remanente irá a relleno sanitario o si se utilizará para restaurar canteras. Camino a La Plata hay muchos pozos, algunos inundados y transformados en lagunas, otros que no: son resultado de viejas canteras abandonadas”, sostuvo.

“Con esta tecnología trataremos, con una recuperación del 80 por ciento de los residuos, mil toneladas diarias de basura, correspondientes a la totalidad del área región metropolitana de La Plata. La construcción de la planta se inició formalmente esta semana y el contrato indica que debe hacerse en un año, de modo que debería estar funcionando a mediados del año próximo. Está a cargo de las empresas que, el año pasado, ganaron la licitación: Griñó Ecologic, de Barcelona, que opera cinco plantas en España, y Esur, argentina, que ya tenía la concesión de la recolección de residuos en La Plata. La planta se licitó en 160 millones de pesos. El tratamiento de cada tonelada de basura costará 34 dólares, bastante menos que los 50 dólares que le cuesta a la ciudad de Buenos Aires llevar una tonelada al relleno de la Ceamse. El relleno Punta Lara ya tiene una orden judicial de cierre, que se hará efectiva definitivamente cuando se termine de construir la planta de tratamiento”, concluyó Federovisky.