SOCIEDAD

Víctimas de una explosión simulada rescatadas por los Cascos Blancos

El ejercicio se hizo ayer en Campo de Mayo, sede del organismo de asistencia humanitaria. Tras una explosión, hubo que rescatar a los supuestos heridos y trasladarlos en helicóptero. El objetivo, capacitar a 150 jóvenes voluntarios de todo el país para actuar en catástrofes.

Un ruido que sacude los oídos, seguido por gritos de auxilio, corridas y el humo que se cuela por todos los rincones. La escena, en el predio militar de Campo de Mayo –sede de los Cascos Blancos, la organización gubernamental dedicada a la asistencia humanitaria–, sacude a los visitantes. Allí, unos 150 chicos de organizaciones sociales de todo el país realizaron ayer un simulacro de salvataje, después de producido el estallido dentro de un galpón, que simulaba ser una vivienda sacudida por una explosión accidental o un atentado. El objetivo era rescatar a los heridos: en las habitaciones había otros voluntarios, en el rol de víctimas, con manchones rojos en la ropa simulando sangre, y un despliegue de maquillaje para fingir manos y piernas quemadas y hasta brazos amputados.
En menos de diez minutos y, en medio del humo, los encargados del salvataje –chicos que rondan los 25 años– sacaron a los heridos en camillas y asistieron a las víctimas. Los jóvenes, provenientes de 14 provincias del país, se encuentran en Buenos Aires para realizar el curso que los Cascos Blancos dan con el objetivo de entrenarlos como voluntarios ante situaciones de catástrofe, consecuencias coyunturales de colapso económico y social y también para la entrega de ayuda humanitaria. Estas mismas funciones son las que procura cumplir el organismo gubernamental –dependiente de la Cancillería– en sus misiones en el interior y exterior del país. Una de las más importantes realizadas recientemente fue la misión en Haití, durante el conflicto social que culminó con la renuncia del presidente Jean Bertrand Aristide, el último 29 de febrero. La organización llevó ocho toneladas con ayuda humanitaria, entre medicamentos y alimentos.
El grupo de voluntarios no estaba avisado de lo que sucedería dentro del depósito. Cuando los oficiales hicieron el simulacro de explosión de una garrafa, una mezcla de asombro y pánico se apoderó de los jóvenes. Pero la sensación duró poco: de inmediato, los instructores, miembros de Cascos Blancos, arengaron al grupo para que ayudaran a las víctimas. Los voluntarios, entonces, entraron en acción. “No tenía idea de lo que iba a pasar y cuando vi tanto humo reconozco que me asusté”, admitió uno de los chicos que sacaron a las supuestas víctimas en camilla.
Luego, el ejercicio continuó con el rescate de uno de los heridos a un helicóptero de la organización. Tal como si ocurriera en medio de un conflicto, el helicóptero recorría la zona de Campo de Mayo, a la espera de la orden de un oficial de la Fuerza Aérea para bajar. Unos minutos después, las señales impartidas por los brazos del oficial anticipaban el descenso: luego un grupo cargó al herido por la parte trasera de la nave.
Las situaciones simuladas podían parecer lejanas para la mayoría de los jóvene. Pero para varios de los cascos blancos son tan sólo algunas de las tantas circunstancias que atravesaron durante las misiones. Para César Trejo, uno de los momentos más impactantes de su misión en Haití fue cuando asistió “a las personas internadas en la Congregación de Madre Teresa de Calcuta, vimos a quemados de pies a cabeza, heridos de bala, bebes con HIV y tuberculosis. Y a metros de la entrada había varios opositores que esperaban la salida de algunos de los internados para volverlos a atacar”. Trejo es un ex combatiente de Malvinas que, después de militar durante 20 años en organizaciones que nuclean a los sobrevivientes de la guerra, fue convocado para formar parte de los Cascos Blancos. “Existe un compromiso de solidaridad con los más débiles que me impulsó a participar”, argumentó.
Gonzalo Fuertes, de 25 años, estuvo en la misión que los Cascos Blancos cumplieron en El Salvador en febrero de 2000, durante dos terremotos. “Llegamos después del primero, y el segundo sucedió cuando estábamos allí. Fue difícil porque de nuestra misión también participaron algunos salvadoreños y, cuando ocurrió el segundo temblor, estaban muy mal por sus propias familias.” Fuertes también participó de una misión en Venezuelapor un importante deslave ocurrido en 1999. “Hubo muchas personas afectadas y era muy duro cuando la gente te contaba que había perdido todo”, señaló. Según explicó Carlos Villalba, vocal de los Cascos Blancos, la organización también realizó misiones para la atención y asistencia en crisis en Líbano, Costa Rica, Nicaragua, Colombia y Mozambique.
Informe: Maricel Seeger

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Los jóvenes voluntarios fueron arengados por los instructores para asistir a las víctimas.
 
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