SOCIEDAD › CUATRO PRESOS POR MATAR A UN JOVEN AL QUE CREYERON SKINHEAD
La extraña batalla de los sharps
Son una tribu que usa el método violento de los cabeza rapada, pero en su contra. El caso de la muerte en avenida de Mayo.
Hasta la fiscalía de Martín Nicklison no había llegado nunca un enfrentamiento parecido al que ocurrió hace dos meses en la vereda de un boliche de la avenida de Mayo, en pleno centro porteño. Eran las dos de la mañana. Después de ir al baño de un bar, Iván Kotelchuk se quedó en la puerta con un grupo de amigos de Lanús. Tenía 19 años, el pelo de un centímetro de largo, camiseta blanca, campera de cuero negra y los botines que le había regalado su papá. Un grupo de jóvenes que pasaba por el lugar los atacó al creer que se trataba de skinheads. Aparentemente, uno de ellos lo mató. La Justicia acaba de detener a cuatro de esos jóvenes por el supuesto cargo de “enfrentamiento en riña”.
Noelia es la madre de Iván. Anoche aún se preguntaba qué es lo que había sucedido con su hijo. Iván murió el 12 de junio, alrededor de las 2.30 de la mañana, en la puerta de uno de los boliches de avenida de Mayo al 900 donde confluyen los habitantes de los grupos under del rock. “Iván se fue al centro con sus amigos y su noviecita –dice Noelia–. Paró en un boliche donde pidió permiso para orinar cuando se cruzó con estos demonios.”
Iván había terminado tercer año del colegio secundario. Aunque aún debía tres materias, se preparaba para empezar la carrera de ingeniería mecánica en la facultad. Desde hacía mes y medio trabajaba en la fábrica de Mercedes-Benz con su papá. “Armaban las puertas de los camiones –sigue Noelia–, estábamos empezando a estar bien, pero todo eso se acabó.”
La madrugada del domingo 12 de junio, él era uno de los chicos vestidos con campera de cuero atrapado en uno de esos inexplicables territorios urbanos disputados, en ocasiones, por bandas de filiación neonazi: los skinheads. Estos grupos, conocidos por sus cabezas rapadas, crecieron aquí popularizados como cultores de la violencia racial al estilo de las difundidas por el nacionalsocialismo germano. En Buenos Aires, “son una de las expresiones más claras de los fenómenos de las tribus urbanas, pero diría que caracterizados por una tendencia a la violencia, pautas estéticas muy firmes y, en algunos casos, con una ideología hacia la extrema derecha. Aunque a priori no se puede concluir que sean agresores ni responsables de los hechos de violencia xenófoba”, explica y aclara Pablo Slonimsqui, especialista en discriminación y abogado del Centro Simon Wiesenthal.
De acuerdo con la causa, Iván esa noche habría sido confundido con uno de ellos por otros quince adolescentes miembros de otro grupo conocido como los sharp. Para algunos avezados en la materia, los sharp son skinheads pero antirracistas. No son “neonazis”, sino parte de una tribu nacida con el único propósito de eliminar de la faz de la tierra a los fascistas.
Entre estos sharp estaban los jóvenes detenidos durante el fin de semana pasado a raíz de la investigación por la muerte de Iván. Son Ariel, de 29 años; Juan José, de 19, y María José, de 20, hija de un ex senador de la provincia de Corrientes, recién llegada de Alemania, donde vivió durante dos años y actual estudiante de la Universidad de Buenos Aires. Ninguno de ellos conocía a Iván. Tampoco se enfrentaron con su grupo para saldar una muerte previa, le explicó a Página/12 una fuente judicial. “Se encontraron en algo que terminó convirtiéndose en una riña callejera, una pelea entre bandas distintas”, indicó la fuente.
Iván murió herido de cuatro cuchillazos en el pecho. Sus amigos sufrieron golpes, patadas y la violencia provocada por los puntazos de las botas. Intentaron pedir auxilio, lo hicieron, pero aseguran que ninguno de los propietarios de los boliches de la zona salió a detener el enfrentamiento. La investigación siguió su curso durante los dos últimos meses. El sábado y domingo pasado, el juzgado de Alicia Iermini pidió la intervención de la División Homicidios de la Policía Federal para llevar adelante una serie de allanamientos en la Capital Federal, Villa Dominico, San Fernando e Ituzaingó, en la provincia de Corrientes. Los tres jóvenes quedaron detenidos tras los operativos. Y tras sus detenciones, el lunes se presentó en el juzgado otro adolescente para entregarse por decisión propia. Alguien cercano a los detenidos ayer insistió con una aclaración: son parte de un grupo “skinhead” que no es “neonazi”, sino que –por el contrario– se consideran “antifascistas” y llegaron a tener enfrentamientos con otros “cabezas rapada” racistas y xenófobos. Aparentemente ese mismo extraño sentido de justicia los llevó hasta avenida de Mayo el domingo 12 de junio.
La fiscalía de Nicklison hasta ahora no había intervenido en un caso en el que se produce una muerte por enfrentamientos entre estas bandas. Aunque después de una consulta, una fuente de la fiscalía admite que los casos no están en expansión como para plantear la existencia de “una batalla campal”, admite que se trata de un “emergente social” como otros, como cada muerte, como cada enfrentamiento callejero.
Pablo Slonimsqui asegura que no hay datos sobre números ni afiliaciones de los grupos, pero explica que los jóvenes advierten en las tribus la posibilidad de encontrar una nueva vía de expresión, un modo de alejarse de una normalidad que no les satisface y, ante todo, la ocasión de intensificar sus vivencias personales y encontrar un núcleo graficante de afectividad. “Un cobijo emotivo –dice– por oposición a la intemperie urbana contemporánea.”