SOCIEDAD
El vínculo entre la contaminación ambiental y el cáncer infantil
Un estudio determinó que la enfermedad en niños está relacionada con la cercanía a centros de emisiones contaminantes. El mayor perjuicio sería en la primera infancia y en la vida prenatal.
Por Pedro Lipcovich
Distintas formas de cáncer infantil resultaron estar directamente vinculadas con la cercanía de la vivienda del enfermito a distintas fuentes de contaminación ambiental, relacionadas con actividades industriales o concentraciones de medios de transporte, como las terminales de micros. El momento de acción de los contaminantes sería la primera infancia y aun la vida prenatal, a través de la placenta –según un estudio epidemiológico publicado ayer en una revista científica británica–. Según su autor –prestigioso profesor de la Universidad de Birmingham–, los resultados deberían “redireccionar las investigaciones sobre el cáncer infantil” con contaminantes atmosféricos y, a partir de ello, “buscar soluciones técnicas y sociales”.
El trabajo fue escrito por George Knox, profesor emérito en la Universidad de Birmingham, Gran Bretaña, y publicado en la revista Epidemiology and Community Health. El autor investigó 22.458 muertes por leucemia u otras formas de cáncer en niños menores de 16 años en Gran Bretaña, entre 1953 y 1980, y las correlacionó con el Inventario Nacional de Emisiones Atmosféricas del Reino Unido, que registra los lugares de emisión de distintos productos químicos.
Su procedimiento se basó en trazar un círculo de un kilómetro de radio para cada fuente de emisión contaminante y en focalizarse en los chicos cuyas familias, durante la vida del niño, hubieran trasladado su lugar de residencia, entrando o bien saliendo del círculo correspondiente a una fuente de emisión. Por ejemplo, para el monóxido de carbono, 2324 de los chicos que enfermaron habían pasado su primera infancia a menos de un kilómetro de la fuente contaminante y luego se habían mudado; en cambio, sólo 619 habían pasado la primera infancia a más de un kilómetro, para después mudarse cerca.
Esta desproporción –según el trabajo de Knox– ratifica, por una parte, que “los cánceres y leucemias infantiles se agrupan según el lugar de nacimiento: ocurren más a menudo alrededor de lugares industriales con procesos de combustión en gran escala o uso de compuestos volátiles orgánicos o donde se incinera basura”. Ya había estudios previos que sugerían esto. Pero la investigación de Knox, al tomar en cuenta las mudanzas, señala que la causa ambiental fue muy temprana, ya que, entre los que habían pasado su primera infancia lejos de la fuente de contaminación, los que murieron fueron menos. La investigación estima que “la mayoría de los cánceres infantiles se inician por exposición perinatal a una o más de estas altas fuentes de emisión” y sugiere que la incidencia podría ser también “durante la vida prenatal a través de la placenta”.
Las sustancias que se incluyeron en la investigación fueron, además del monóxido de carbono (emitido en terminales de micros y otras fuentes), el dióxido de carbono (en centros donde se quemen grandes cantidades de combustible; el dióxido de azufre (producido en fábricas o centrales eléctricas que quemen fuel oil), el PM10 (por combustión de fuel oil o carbón), los óxidos de nitrógeno (producidos por todos los vehículos a motor), y compuestos orgánicos volátiles como el benzeno (en petroquímicas y otras fábricas), el benzopireno (en diversos establecimientos industriales), el 1,3 butadieno (petroquímicas) y las dioxinas (por ejemplo, por incineración de basura).
El trabajo de Knox concluye en “la necesidad de regular las emisiones carcinogénicas, especialmente el 1,3 butadieno”, y a “redireccionar la investigación referida al cáncer infantil, que debería tratar de precisar el comienzo del cáncer determinado por químicos atmosféricos: si tiene lugar en la temprana infancia, o es prenatal, o incluso previo a la concepción”. Y, a partir de esto, “buscar soluciones técnicas y sociales”.