Viernes, 16 de marzo de 2007 | Hoy
La muerte de Inmaculada Echevarría vuelve a poner sobre la mesa los límites de lo que es eutanasia y lo que no lo es. Echevarría, como el tetrapléjico Ramón Sampedro, quiso dar publicidad a su lucha por el derecho a decidir cuándo morir. Aquí, las diferentes formas.
- Limitar el esfuerzo terapéutico. Es lo que antes se denominaba “eutanasia pasiva”. Consiste en desistir de mantener con vida a una persona por medios artificiales (respiradores, corazones artificiales) cuando sus posibilidades de recuperación son nulas, sufre una enfermedad incurable o así lo ha pedido.
- Sedación terminal. En este caso, interviene también un médico. El objetivo del tratamiento no es acelerar la muerte, sino aliviar los síntomas de la agonía (ahogos, dolores, vómitos, estertores). Prima el bienestar del paciente por encima de los efectos secundarios de la medicación, aunque ésta acorte la vida.
- Suicidio. Cuando una persona se quita voluntaria y libremente la vida.
- Suicidio asistido. Se aplica a situaciones en que para llevar adelante la decisión del paciente se necesita ayuda de otras personas, que faciliten los medicamentos, el arma o el medio a utilizar para quitarse la vida. El caso de Sampedro entraría en esta categoría: el hombre no podía salir de la cama y alguien tuvo que prepararle el cianuro y acercárselo.
- Eutanasia. Esta definición –“buena muerte” en griego– quedó restringida a los casos en que un médico suministra a un paciente terminal un medicamento o una combinación de ellos para acabar con su vida.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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