El conflicto en el subterráneo porteño entre los delegados de los trabajadores y la concesionaria Metrovías se agudizó ayer, con nuevas demoras y trastornos, escenas de tensión con los usuarios y denuncias cruzadas sobre supuestas agresiones.

El epicentro de las protestas volvió a estar en las líneas B y C, que registraron retrasos durante el horario pico, al punto de que uno de los ramales debió salir de servicio, en medio de protestas acaloradas de los usuarios, desmayos y rotura de vidrios en varias estaciones.

Además, la empresa y los delegados lanzaron denuncias cruzadas acerca de un enfrentamiento físico entre al menos una empleada y un sindicalista, en la salida de uno de los talleres de reparación de las formaciones.

Metrovías aseguró que el delegado Claudio Dellecarbonara golpeó en el rostro a “una colaboradora” y le provocó lesiones leves en un ojo, mientras el otro sector aseguró que fue el sindicalista mencionado quien recibió el supuesto ataque de parte de esa empleada y otro compañero, en la salida del taller Rancagua.

Por otra parte, la concesionaria aseguró que registró “daños en al menos dos formaciones que fueron rotas adentro del taller de Constitución” y acusó formalmente de esas roturas “a los delegados”.

De todos modos, más allá de los cuestionamientos cruzados entre los delegados y la empresa, la mayor parte de los cerca de un millón de pasajeros que viajan diariamente por ese servicio tuvieron demoras durante los horarios picos. La situación de mayor tensión se produjo en la línea C, a las 19, cuando todo el ramal quedó interrumpido por los mismos motivos que hace un mes los delegados plantean: denunciaron nuevamente “falta de mantenimiento y de condiciones de seguridad para el público”.

El conflicto, que se agudizó al punto de que una de las líneas estuvo por más de una hora detenida, ayer cumplió exactamente un mes, cuando los delegados de los trabajadores comenzaron a sacar formaciones bajo el argumento de deficiencias y falta de mantenimiento en las maquinarias.