Jueves, 24 de diciembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › CóMO FUE EL EPISODIO POR LA FALTA
El 15 de septiembre pasado, Rosa Parrilli se presentó ante las empleadas Rocío Marlene Gómez y María Itatí Albe: “Yo soy jueza, me sacaron el auto mientras estaba haciendo un procedimiento; no es la primera vez que me pasa, estoy trabajando y necesito el auto ya”. Ellas le indicaron que debía consultar con el controlador de faltas. “Yo no tengo que ir a ningún tribunal de faltas, a ellos (por los controladores) también los mando yo. ¡Tonta! Que alguien me acompañe al auto”, contestó impaciente.
La jueza pasó por el edificio municipal de Carlos Pellegrini al 200 para comparecer ante una controladora de faltas, quien le perdonó la multa y el acarreo que se había negado a pagar. La magistrada volvió triunfante a terminar el trámite y entabló el siguiente diálogo.
–Te hubiera metido un cachetazo por hacerme perder el tiempo, no te das cuenta, tontita, de que te dije que acá mando yo.
–No me trate mal, pase por la ventanilla de al lado, maleducada.
–¿Me das salida? –dijo la jueza a otro empleado y luego habló mirando a la empleada–. A los paralíticos, a todo el mundo que no tienen que acarrear les sacan el auto... Mirá, espero que no caigas nunca en mi jurisdicción porque te meto presa ocho meses. Les pagan 1200 pesos para joder a la gente. Ja. Todas morochas, ni una rubia contratan...
–¿Y a usted cuánto le pagan por discriminar, señora?
A Parrilli se le inició una denuncia penal por discriminación y amenazas. El juez penal de la ciudad, Norberto Circo, le concedió una probation, por la que durante un año no podrá conducir y deberá hacer tareas comunitarias en Cáritas, además de indemnizar con cinco mil pesos a las dos empleadas.
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