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El diálogo con Walter Montenegro fortalece las tres hipótesis que están en la base de los motines.
- Más allá de la increíble sobrepoblación, los motines tienen que ver con disputas de poder por los negocios dentro de los penales. Están en juego la comida, la droga, las pastillas, las visitas, los certificados de buena conducta, el derecho a tener relaciones sexuales con la pareja, todo lo que se compra y se vende dentro de la cárcel. Como dice Montenegro, son los penitenciarios los que dejan entrar la droga y obviamente los que participan también de los demás negocios.
- La segunda hipótesis es la que aparece más nítida en el diálogo con Montenegro: permitir los motines para conseguir por la vía de los hechos impactantes, aumentos de presupuesto y también de sueldos. El guardiacárcel da a entender nítidamente que se dejó andar una movida que se veía venir –igual que en Coronda–, pero que se les fue de las manos.
- La tercera hipótesis aparece también en el caso de Coronda: las internas del Servicio Penitenciario. El sector de los de mano dura deja correr o incluso incentiva el motín para provocar un hecho que vaya contra el sector más dialoguista con los presos, el que está más a favor de respetar los derechos humanos y el que supone algún obstáculo para los negocios y la corrupción.