SOCIEDAD
De promesas y hechos
Por D. A.
Octubre de 1994. Cine Teatro Catamarca, frente a la plaza principal de San Fernando del Valle. El gobernador Arnoldo Castillo; el secretario de Minería –actual gobernador de La Rioja–, Angel Maza; y el presidente Carlos Menem anuncian el lanzamiento de las obras de infraestructura del yacimiento Mina Bajo la Alumbrera, ante un centenar de funcionarios y empresarios eufóricos. “Esta es la Argentina que necesitamos, que se abre al mundo, que recibe inversiones, que promete un futuro”, aseguró Menem, de prolijo traje azul. Tres años después, el 31 de octubre de 1997, Menem voló con todo su gabinete a Andalgalá para inaugurar la etapa de extracción. Fiel a su estilo, fue protagonista activo de la primera explosión en la montaña y la primera molienda.
La campaña publicitaria de la empresa y de los políticos de turno prometía la construcción de un barrio para 5000 personas, nuevas escuelas, un hospital de alta complejidad, rutas asfaltadas y 6000 puestos de trabajo. Esa propaganda abrió las puertas del lugar, pero ninguna de esas obras se plasmó. Los Autoconvocados dicen que en la mina no trabajan más de 90 personas de Andalgalá. El resto, todos “profesionales foráneos”. Aída Orellana, una mujer delgada, rubia, histriónica y firme, había creído, como todos sus vecinos, en las promesas. Invirtió todo lo que tenía, y más, para construir un pequeño hotel. Creyó que la ciudad crecería, que les daría huéspedes y prosperidad. Pero los cuartos rara vez alojaron visitantes. Y comenzó su militancia contra la minera. “Fue todo una gran estafa y además nos envenenan”, dice meneando la cabeza. Tanto se comprometió con la lucha que terminó distanciada con toda la familia, que aún hoy la sigue culpando a ella por la ausencia de clientes.