Domingo, 10 de diciembre de 2006 | Hoy
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A pocos minutos de la muerte del ex dictador Augusto Pinochet, las calles de Santiago de Chile volvieron a reflejar la vieja antinomia entre los adherentes más fervientes, que lloraban frente al Hospital Militar, y los opositores que salieron a festejar por las calles céntricas.
La muerte se produjo en el mismo día en que su esposa, Lucía Hiriart, cumple 84 años, lo que fue motivo de una misa al interior del nosocomio. Según el diario La Tercera, Plaza Italia es el centro de reunión de celebración para quienes se oponen a Augusto Pinochet y celebran su muerte. Hasta el lugar llegaron decenas de personas tocando bocinas y agitando banderas chilenas.
También llegaron dirigentes pro derechos humanos y familiares de detenidos desaparecidos. Una parte significativa de la sociedad chilena no perdona las violaciones a los derechos humanos, y otra parte considera que salvó al país del "totalitarismo comunista" encarnado en el gobierno de Salvador Allende (1970-73).
Parte de esa gente gritaba acongojada frente al Hospital Militar "bandera a media asta", para que el Estado decrete para los funerales del ex dictador las normas protocolares que se reservan para los ex presidentes.
Esa decisión, necesariamente inminente, será el eje de un debate ineludible para la sociedad chilena.
La muerte del ex dictador tomó a todos por sorpresa, ya que el parte médico de hoy había reportado que se mantenía la buena recuperación iniciada el martes.
Pinochet murió sin ser condenado, pese a que sobre él pesaban cuatro procesamientos judiciales, tres por casos de derechos humanos y uno por corrupción, este último denominado "caso Riggs" y referido a millonarias cuentas secretas en bancos de Chile y el exterior.
Fuente: Télam
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