Martes, 27 de julio de 2010 | Hoy
DEPORTES › EL COMITé EJECUTIVO DE LA AFA DECIDIRá ESTA NOCHE NO PRORROGARLE EL CONTRATO
Será un formulismo: Maradona no acepta que le toquen el cuerpo técnico, como le exigió el titular de la AFA, Julio Grondona, y el cuerpo rechazará entonces su continuidad. Una mala lectura del entrenador precipitó el final de su ciclo.
Por Ariel Greco
“A mí, si me tocan al utilero, me voy.” La frase, desafiante, la lanzó Diego Maradona pasada la medianoche en el programa de TV de Alejandro Fantino. Tranquilo, Julio Grondona tomó el mensaje y esperó para responderle en el contacto del mediodía, ése que se había demorado más de diez días, por exclusiva decisión del DT. Ahí tocó las fichas para frustrar cualquier tipo de acuerdo. Los puntos salientes de la charla entre el presidente de la AFA y el hoy ex entrenador de la Selección Argentina pasaron por un cambio en los colaboradores del cuerpo técnico, algo que Maradona no negoció. Por eso, para cumplir una formalidad, Grondona elevará esta noche esa respuesta al Comité Ejecutivo, donde se rechazará, seguramente por unanimidad, la continuidad del entrenador del equipo nacional. Así, el ciclo Maradona llegará a su fin tras 21 meses en los que se fluctuó entre picos de euforia y grandes decepciones.
“El presidente de AFA tuvo una reunión cordial y profunda con Maradona y lo que resultó de esa reunión lo elevará en un informe a los miembros del Comité para que sepan sobre el presente y el futuro. A raíz de ese informe tendremos probablemente (hoy a la noche) alguna información que ofrecer”, indicó el vocero de la AFA, Ernesto Cherquis Bialo. Traducido al castellano, significa que Grondona les comunicará a los miembros de Comité Ejecutivo que Maradona no acepta las condiciones que pretende imponerle. Así, el ciclo del técnico está terminado.
Maradona leyó mal el panorama de la negociación. Con el supuesto aval del Gobierno, con la palabra del presidente de la AFA sobre que era la única persona del país que podía hacer lo que quisiera, sin ninguna voz pública de un jugador mundialista en su contra y con el apoyo del público en Ezeiza en la llegada del plantel, el astro sintió que su continuidad era un trámite que dependía de sus ganas y que tenía suficiente poder como para desafiar a Grondona. Fue a imponer sus condiciones. Sin embargo, tensó demasiado la cuerda. Se plantó en la reunión en el barrio privado La Celia, en casa del presidente de Tristán Suárez, Gastón Granados, con la idea de apartar definitivamente a Carlos Bilardo, manager general de la Selección, pero elemento decorativo de la delegación mundialista, y de reflotar la incorporación de Oscar Ruggeri a su cuerpo técnico.
Grondona escuchó el planteo y de manera formal le ofreció la continuidad. Pero allí dejó en claro, con hechos y no con palabras, que no lo quería más. No sólo le tocó al utilero, Marcelo Dalto, motivo suficiente para irse según el Diez, sino que les apuntó a, por lo menos, cinco colaboradores más, entre los que se encontraban los principales ayudantes de Maradona, Alejandro Mancuso y Héctor Enrique; el preparador físico, Fernando Signorini, y el médico del plantel, Donato Villani. Lo curioso es que algunos de los apuntados ya eran empleados de la AFA incluso antes del arribo del entrenador. Eso y decirle “señor Maradona, muchas gracias por los servicios prestados” era lo mismo. Tras poco más de dos horas de reunión, el técnico se fue junto a Granados hacia su casa, mientras que el presidente de la AFA dobló para meterse en el predio de Ezeiza.
Como si se tratara del partido que significó la eliminación ante Alemania, Maradona equivocó la estrategia de la negociación. Su idea de dilatar el encuentro, primero no atendiendo a Grondona, luego utilizando a Granados como intermediario y más tarde viajando a Venezuela cuando tenía pautada la reunión con el mandamás de la AFA, terminó debilitando su posición. Y además, descubrió sus cartas antes de tiempo con el tema de los colaboradores, con lo que quedó esclavo de sus propias palabras. Ni siquiera tuvo margen de que algunos de sus ayudantes se reinsertaran en alguna otra función dentro de la estructura de la AFA.
Por el contrario, con el tiempo a favor, Grondona se dio cuenta de que el tan mentado apoyo del Gobierno a Maradona no era tan firme como pareció tras aquel “Aguante Maradona, aguante la Selección y aguante Argentina” de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. No se inmutó con tener que tragarse varios “sapos”, como la presencia activa de Ruggeri en Pretoria; las críticas declaraciones hacia Héctor Baldassi, el árbitro de la AFA; los desplantes que recibieron algunos dirigentes y algunos sponsors, que ni siquiera podían ver los entrenamientos en Sudáfrica; y otros temas menores, como el trato a la prensa. Pero en la reunión se lo hizo saber.
Con el correr de los días, Grondona también aprovechó para dejar traslucir que no iba a haber ningún cuestionamiento a la gestión de Maradona. El entrenador se lo creyó, pero recién se enteró de lo contrario en la reunión, cuando Don Julio quísole cambiar todo el cuerpo técnico. Entonces, no le quedó otra opción que rechazar la propuesta. Ahora, sólo resta el formalismo de la reunión del Comité Ejecutivo, para oficializar la salida y darle el final al tormentoso ciclo Maradona. Casi tan desprolijo como todo su desarrollo.
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