Domingo, 3 de octubre de 2010 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Daniel Guiñazú
La noticia de la reaparición de Jorge Rodrigo Barrios fue sólo ésa: la reaparición en sí. Después, dejó pocas conclusiones de cara a su futuro pugilístico. Sobre el ring del club de Regatas de Corrientes y ante un público que lo recibió y lo despidió con calidez, pero sin grandes efusividades, en la madrugada del sábado, La Hiena (61,200 kg) derrotó por puntos y en fallo unánime al zurdo probador colombiano Wilson Alcorro (61,200) siendo igual a sí mismo en sus virtudes y sus defectos.
Barrios sintió los diez meses de ausencia. Se lo vio varias veces fuera de medida al marrar ampulosas manos voleadas. Y tampoco apuró su tren de pelea para conseguir una definición categórica por temor a un ahogo prematuro. Peleó sereno, sin desbocarse nunca, acaso más interesado en sumar rounds luego de tanta inactividad que en buscar la explosión del nocaut. Y eso fue lo más positivo del tan esperado retorno.
Pero al mismo tiempo, La Hiena volvió a poner en claro todas sus limitaciones. A los 34 años y en el tramo final de una dura carrera, sería ingenuo pedirle que sea el boxeador de línea y estilo que hasta aquí no fue y jamás podrá ser. Pero ante un rival difícil sólo por su condición de zurdo y por ninguna otra cosa más, Barrios ratificó su lentitud, su escasa creatividad para resolver situaciones complicadas y su nulo manejo de los golpes rectos. Aplicó buenas derechas cruzadas a la cabeza de Alcorro y certeros ganchos de zurda al hígado y eso le bastó para ganar con holgura por diferencias que fueron de 6 a 9,5 puntos en las tarjetas de los jurados correntinos. Convencer es algo diferente y de eso, la Hiena estuvo lejos. Tanto que entre el 8º y 9º asalto, de las tribunas surgieron algunos silbidos en disconformidad con su tarea.
De todos modos, no tiene sentido elevar más de la cuenta el listón de la exigencia. Fue la primera pelea de Barrios luego de un forzoso paréntesis y de haber pasado por una situación límite como lo fue aquel accidente de tránsito veraniego en Mar del Plata, la muerte de una joven embarazada de 20 años, y los once días que estuvo preso en la cárcel de Batán. Y en ese contexto hay que evaluarla. Para llegar con chances a una oportunidad por el título del mundo que espera alcanzar a mediados de 2011, La Hiena necesita no menos de tres combates más, rivales algo más exigentes, y no alejarse demasiado del gimnasio. Pero en el camino deberá vérselas con adversarios más enconados que el colombiano Alcorro: sus demonios interiores. A ellos les tendrá que ganar en el día a día para ser mejor de lo que es y volver a ser el que alguna vez fue.
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