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Por estas horas y por estos días, la comunidad futbolera chichonea conceptos –y desconceptos también– como secuela del deslumbrante desempeño de Lionel Messi en el partido contra Uruguay en Mendoza y del opaco 2-1 con que el seleccionado nacional le ganó injustamente a Chile en Santiago. Pero ya está otra vez en marcha lo que algún esclarecido de los almanaques bautizó como torneo “Inicial” pese a que estamos a dos meses y algo más del final del año. Y reaparecieron las miserias que fueron comunes denominadores de las últimas temporadas.

Mientras desde la tesorería de Independiente se insiste que la gestión Comparada dejó un déficit de algo menos de doscientos millones de pesos unos ocho o nueve meses atrás, pese a la incorporación de algunos miles de socios nuevos, ahora la deuda supera los trescientos millones.

En Boca, las rispideces parecen pasar más por el fútbol. Es que desde la ausencia del mejor jugador del fútbol vernáculo –Riquelme, por supuesto– además de jugar mal, hay conflictos con el entrenador Falcioni.

River asomó después de andar a la deriva y con sus nueve goles en los dos últimos partidos parece querer volver a ser y algo por el estilo pasa con Racing.

Por fin San Lorenzo, parece haberle puesto fin a la inconsistente dialéctica de Caruso Lombardi. Mientras que un dirigente reveló que hay sedicentes jugadores que no juegan –o que juegan muy de vez en cuando– que ganan veinte o treinta veces más que, por ejemplo, un maestro de escuela. Y los sueldos en parte provienen del subsidio “popular”, que no estatal sino con el aporte de todos los argentinos, de los derechos de Fútbol para Todos.

Sin embargo, comentaristas y relatores oficiales refieren falaz y equívocamente, al fútbol “grande” de la Argentina. Y uno no puede menos que preguntarse cómo será el fútbol “chico”.