“Me gustaría jugar la final contra Argentina por lo que significa el clásico del fútbol sudamericano y la historia que tienen las dos selecciones. Sería muy lindo ganar la Copa en Brasil y contra el clásico rival.” El sentimiento es generalizado en el seleccionado brasileño: ya lo había confesado el entrenador Luiz Felipe Scolari y ayer le tocó al lateral Dani Alves, compañero de Lionel Messi en el Barcelona, hacer pública esa voluntad. La final Brasil-Argentina es, seguramente, la que desea la mayoría absoluta de los planteles de una y otra selección.

“Brasil es el gran candidato por ser local y tiene a todo el país apoyando; Argentina tiene un ataque espectacular, por lo que siento que es un gran candidato; también España por ser el campeón reinante; y Alemania porque juega muy lindo y alegre”, agregó Alves, que sobre el partido debut ante Croacia, el jueves, indicó: “Es el partido más importante de la competencia junto con la final, porque si comienzas con un buen triunfo, te sacas la presión y ganas en confianza”.

Alves también tuvo tiempo para intentar seducir al hincha brasileño, que aún no está conforme con el rendimiento del equipo y lo abucheó en los dos últimos encuentros amistosos, pese a que fueron triunfos: 4-0 a Panamá y 1-0 a Serbia. “La selección brasileña es el pueblo, y creo que nos van a apoyar con todo el optimismo porque éste es un país que ama el fútbol. De esa forma vamos a potenciarnos y a aumentar nuestro favoritismo”, dijo.

El domingo, Fred, delantero titular del equipo de Scolari, había pedido “no engañar a la gente” porque “el equipo no está al 100 por ciento”. Para Alves, “la gente está entendiendo que la Copa llegó a Brasil y que es un momento increíble para disfrutar y apoyar a la selección. El mundo va a estar aquí y los brasileños van a recibir de gran manera a los visitantes”.

El nuevo estadio Arena Corinthians, que albergará el próximo jueves la fiesta y el partido inaugural del certamen, aún presenta una imagen que dista de lo que se esperaba a escasos tres días del inicio del torneo.

Los obreros trabajan contra reloj y según un miembro de la organización “todo va a llegar en orden, porque restan apenas detalles”. Igualmente, la gente de la zona no está contenta con el avance de las obras porque esperaba que ya a esta fecha todo estuviese dispuesto. Las gradas aparecen en orden y el césped, salvo algunos pequeños manchones amarillentos, presenta un buen aspecto, al menos desde lo que se puede apreciar de las tribunas; pero en los accesos, sobre todo, se nota que no se llegó a tiempo con lo que se esperaba.