Desde Belo Horizonte

En ataque, Alemania no perdona. A Brasil le encajó siete y lo dejó llorando.
Imagen: AFP.

La contundencia alemana en la semifinal disputada ante Brasil no fue una inspiración oportuna de sus jugadores, sino que a su funcionamiento habitual le agregó efectividad para rozar el asombro. A pura potencia arribó a la final de mañana en el Mundial, aunque esos partidos no suelen ser comunes, y menos en un torneo como éste. Los alemanes hicieron todo bien en un tiempo corto del juego, y los locales tocaron el otro extremo. Pero a pesar de esa goleada, los europeos mostraron fragilidad defensiva a lo largo de su recorrido en este país, y ése es un punto donde el conductor Joachim Löw no ha podido encontrar las mismas respuestas que de la mitad de la cancha hacia adelante. Por ese motivo, en su país se le cuestiona haberse olvidado de una de las bases fundamentales del fútbol alemán: una defensa sólida.

Phillip Lahm es su capitán y el lateral derecho en esta Copa, luego de que en Sudáfrica jugara por el otro lado. Se muestra como salida permanente por su franja, y trata de llegar hasta el área rival en sus incursiones. Inclusive, busca los espacios para rematar al arco. El otro que viene cumpliendo un gran certamen es el joven Mats Hummels, señalado como uno de los mejores marcadores centrales. Pero los mayores problemas los tiene por el lateral izquierdo, donde se mueve Benedikt Höwedes, quien mostró dificultades para manejar la pelota, y casi no pasa al campo adversario.

El otro marcador central, Boateng o Mertesacker (ante Brasil jugaron un tiempo cada uno), no brinda la misma seguridad que Hummels, y entonces ha tenido desajustes cuando lo atacaron con decisión. Uno de esos equipos fue Ghana, que le terminó convirtiendo dos goles por desacoples en la última línea, y cada vez que fue profundo le transmitió mucho riesgo. Los alemanes terminaron apurados ante los argelinos, en los octavos de final, quienes pudieron convertir un gol precisamente cuando se desinhibieron en el momento de atacar, pero se quedaron sin tiempo para llegar a la hazaña del empate.

Por este inconveniente defensivo fue que su arquero se ha convertido en uno de los mejores del Mundial. Manuel Neuer juega prácticamente como un líbero, y siempre termina resolviendo los errores de los que tiene adelante. Además, con atajadas espectaculares mostró que abajo del arco es impresionante.

Lo que ocurre en el otro sector de la cancha es diferente. La mecánica alemana se apoya en sus mediocampistas, que no se caracterizan por ocupar posiciones fijas y están capacitados tanto para recuperar la pelota como para lanzar pases verticales que lastiman a cualquier defensa. Lo mejor que tienen es que son prácticos, no pierden tiempo cuando tienen la pelota y le imprimen una velocidad que puede sorprender a muchos. Müller, Kroos, Schweinsteiger y Khedira o Götze aparecen por varios sectores, y tienen la concentración suficiente para cubrir los espacios que deja su compañero.

Mesut Özil es el más cerebral y el que tiene las libertades mayores. Por él suele pasar el último toque antes del remate al arco, aunque muchas veces el jugador del Arsenal inglés también intenta pegarle desde afuera del área, aprovechando su pegada precisa.

El dibujo táctico de Alemania es el de la mayoría de los equipos europeos: 4-2-3-1. Klose es el hombre más adelantado y un definidor temible. A esta altura, pocos imaginaban que ese delantero espigado, nacido en Polonia, se iba a convertir en el máximo goleador en los mundiales. El jugador de la Lazio de Italia suma 16, uno más que el brasileño Ronaldo, con los dos que lleva en este certamen. Los principales recambios para ese puesto son André Schürrle –viene de hacer dos goles en la semifinal– y Lukas Podolski.

El gran interrogante será saber si Argentina, que ha adquirido firmeza defensiva con algunas modificaciones, les permite a los alemanes desplegar todo su andamiaje en el estadio Maracaná.