DEPORTES › OPINION

Darwinismo y evolución Puma

 Por Gustavo Veiga

La evolución de la especie Puma no es un concepto darwiniano. Nuestro rugby y la Selección que lo representa, no necesitan comerse a nadie. Antes, tienen que desarrollar una idea de juego, como en cualquier deporte. Y en todo caso, los resultados serán la consecuencia, indicarán hasta dónde se avanzó. Al equipo nacional todavía lo señalan con el dedo por sus derrotas dignas. Pero no tanto, por sus victorias más dignas. Esas que, como ante Georgia el viernes o Sudáfrica en Durban –por primera vez en la historia– marcan un camino, pero sobre todo una propuesta.

La del entrenador tucumano Daniel Hourcade y su staff es una idea audaz, ofensiva, basada en un intercambio de roles donde todos juegan de todo. Lo prueba el primer try contra Georgia. De un ruck a donde fueron a escarbar la pelota Cubelli y Juan Fernández Lobbe, el que la abrió para Sánchez fue el forward y no el medio scrum.

La sublimación de ese concepto del juego también se vio concretada en dos tries que terminaron en la bandera, uno de cada wing: el segundo del chiquito Cordero y el primero de Imhoff. También repitieron con un par más. Cordero apareciendo como una saeta por el centro de la cancha y su compañero corriendo de izquierda a derecha. O sea, Los Pumas sentenciaron el resultado por las puntas, donde se combinaron la propuesta de Hourcade y la destreza individual de sus definidores.

El Mundial está abierto. Ningún equipo parece que tenga la invulnerabilidad comprada. Lo prueban las derrotas de Sudáfrica primero, a manos de Japón, y ayer de Inglaterra, el local, que perdió con Gales. Ni siquiera Nueva Zelanda, el actual campeón, es una fuerza granítica. Los All Blacks son nuestra bestia negra, es cierto –en sentido literal y simbólico—, pero la distancia contra ellos no es la de las palizas históricas. Tampoco la de ciertas derrotas dignas de otras épocas. Los Pumas confían en una idea que puede plasmarse en la cancha con eficacia. O no. Contra Nueva Zelanda duró 50 minutos. Debería extenderse a todo el partido.

Además tienen autocrítica y la hacen pública. Analizaron el juego del primer tiempo contra Georgia y saben que cometieron errores groseros, a pesar de que ganaron por poco (14 a 9). Ocho penales son demasiados y sobre todo si se toma en cuenta el rival: una selección de tercer orden. La propuesta de Los Pumas –quedó clara con los 40 puntos del segundo tiempo– no tiene techo. Lejos de ser mecánica, es dinámica. Sabe cómo y con qué sorprender.

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