Casi justo dos años después de la “negra noche” de Estambul, el Milan tendrá hoy en el Estadio Olímpico de Atenas la oportunidad de saldar cuentas ante el Liverpool en la final de la Champions League europea. “Al fin podremos tomarnos la revancha de aquello”, aseguró el volante holandés Clarence Seedorf antes del partido de hoy ante el prestigioso club inglés, que el 25 de mayo de 2005 protagonizó ante los italianos una de las remontadas más épicas en la historia del fútbol.

“Esa derrota todavía duele en nuestros corazones”, aseguró el entrenador Carlo Ancelotti, cuyo equipo perdió el título en Estambul al caer 3-2 en la tanda de penales tras ver cómo los ingleses le empataban en apenas seis minutos un partido que perdían 3-0 en el descanso. Ahora, los orgullosos italianos, que todavía tienen en su plantel a nueve jugadores de aquel equipo, tienen la oportunidad de superar el trauma con una victoria sobre el Liverpool dirigido por el español Rafael Benítez.

El conjunto inglés tiene menos problemas con la actitud retadora del Milan, al que muchos expertos señalan como claro favorito, que con los comentarios despectivos de algunas de las estrellas milanistas. “El Liverpool juega como los equipos italianos hace diez años”, aseguró el delantero italiano Pippo Inzaghi. Gennaro Gattuso señaló que los “rojos” actúan de una forma muy diferente a su rival de semifinales, el Manchester United, que es “un verdadero equipo de fútbol”. Incluso el moderado Ancelotti calificó a los de Benítez como el conjunto más débil de los tres ingleses que llegaron a la ronda de los cuatro mejores.

El desdén milanista, sin embargo, generó un estímulo especial en el equipo de Anfield Road, conocido sobre todo por su espíritu de equipo y, al igual que su rival, por elevar su nivel en la máxima competencia europea. “Si jugamos como lo hicimos toda la temporada en Europa, va a ser difícil para el Milan”, advirtió el capitán inglés, Steven Gerrard, que al igual que el defensa Jamie Carragher prolongó su contrato con el club otros cinco años. “Si lo hacemos, entonces levantaremos de nuevo la copa”.

El Liverpool, 18 veces campeón de la Premier League, quiere extasiar a sus seguidores como en 2005. Muchos hinchas buscaban aún durante las últimas horas antes del partido entradas en el floreciente mercado negro, donde los precios oscilan desde los 1000 hasta los 9000 euros.

Sobre el césped, mucho dependerá de quién se haga con el centro del campo: Gerrard y Javier Mascherano o el estilista brasileño Kaká y su “socio” holandés Seedorf. Máximo goleador del torneo con diez tantos, Kaká es sin duda la gran estrella sobre el campo. El brasileño debe ser la luz que guíe al Milan a su séptima Copa de Europa, que pondría los cimientos para ser declarado Mejor Jugador del Año en 2007.

“Me siento actualmente en mejor forma que nunca”, señaló el futbolista de 23 años. Eso lo sabe también Benítez, que es considerado un “zorro” táctico y con seguridad ideará algo para parar al brasileño: ¿será Mascherano? “Kaká es un muy buen jugador al que debemos neutralizar, pero el Milan tiene otros buenos futbolistas en sus filas”, dijo el español.

La final de Atenas está repleta de pequeñas historias, como la del arquero del Liverpool José Reina, que intentará saldar la cuenta con el pasado que contrajo su padre, Miguel, arquero del Atlético de Madrid, al perder la final de 1974 ante el Bayern Munich; o como la del delantero holandés Dirk Kuyt, cuyo padre está enfermo de cáncer.

Sin embargo, la que más miradas acapara es la del “eterno Paolo” Maldini, que a sus 38 años está ante su octava final de Copa de Europa y desea ahora “a toda costa el quinto título”, que así igualaría al legendario Alfredo Di Stéfano, que ganó la Copa de Europa entre 1956 y 1960.