Domingo, 15 de julio de 2007 | Hoy
DEPORTES › ENTREVISTA A FONDO CON CARLOS FERNANDO NAVARRO MONTOYA
Con más de 23 años de trayectoria en Primera División, el Mono es una voz autorizada para opinar sobre los diferentes aspectos del fútbol, con una mirada profunda y, a veces, hasta polémica.
Por Gustavo Veiga
Un sabio consejo de Hugo Gatti lo ayudó a no sufrir tanto los golpes en un puesto donde hay que revolcarse. Por eso, a los 41 años (nació en Medellín el 26 de febrero de 1966), Carlos Navarro Montoya está entero, se entrena en su gimnasio hogareño con el mismo entusiasmo que cuando llegó a la Primera de Vélez y todavía no analiza retirarse. Ni siquiera la última y negativa experiencia en Nueva Chicago, con el descenso y una sobredosis de violencia que incluyó la muerte de Marcelo Cejas, un hincha de Tigre, lo indujo a despedirse. Sus 23 años de trayectoria –debutó el 8 de abril de 1984– le permiten involucrarse en ciertas cuestiones futbolísticas con el conocimiento que otorga la experiencia.
–Su imagen más reciente fue la de hinchas de Chicago que le robaron hasta las medias. A esta altura de su carrera, ¿no le dieron ganas de largar?
–Esa imagen le hizo un clic a mucha gente. Aunque es habitual, resultó más llamativa por tratarse de mí. Pero es una pena porque nos estamos acostumbrando a la legitimación de conductas que antes eran ilegales en todo sentido: en el fútbol y en la sociedad. Yo digo que vale la pena hacer algo, siempre y cuando uno, desde su lugar, intente cambiar las cosas. Y luché contra este tipo de situaciones. Yo disfruto mucho del fútbol, que tiene cosas maravillosas y merecen vivirse en el día a día. Aunque obviamente hay otras que ganaron mucho terreno, como la violencia.
–¿El descenso es apenas un traspié deportivo o excede esa significación hasta transformarse en un drama?
–Es pura y exclusivamente una contingencia deportiva. Ahora, ¿cómo lo vivimos los argentinos? Como un drama. Pero también es una muy buena excusa para aquellos que infringen la ley o buscan la violencia.
–¿Cómo lo asimiló con sus compañeros en Nueva Chicago?
–Conmocionados. Porque fue una situación dolorosa, traumática, aunque afuera pasó algo mucho peor. Estamos hablando de que murió una persona. Una locura que pase esto. Ya hubo demasiados muertos.
–¿Existió connivencia de la comisión directiva de Chicago con los hinchas que provocaron los incidentes?
–Cuando existe ese marco de libertinaje en el fútbol, los violentos no necesitan que alguien les abra la puerta. Ellos saben que si la tiran abajo, saltan un alambrado o hacen cualquier cosa, no pasa nada.
–¿Lo citó la Justicia a declarar?
–No. No creo que me deberían haber citado. Está todo filmado. Aunque otra cosa es mi deseo: me hubiera encantado que me convocaran.
–¿De qué manera cree que puede aportar a un cambio un futbolista?
–Con ideas. Soy una persona pública, pero no dejo de ser un ciudadano común. Llego hasta la exposición de ideas, pero hay otros estamentos que tienen la potestad para cambiar esta situación.
–¿Podría mencionar una de sus ideas?
–La solución es que se cumpla la ley, que se infringe constantemente. Y tenemos la tecnología para individualizar a las personas que lo hacen. Hay que aplicarles todo el rigor de la ley. Ya sea con la prohibición de concurrir a los partidos o si se trata de un delito, con penas de prisión. Pero acá no se hace nada de eso.
–Las barras bravas son la parte más visible de la violencia, pero se les brinda cobertura desde el poder. ¿Qué haría con los funcionarios o dirigentes que las sostienen?
–Esa es una cuestión más profunda para atacar a largo plazo. Tenemos que hacer algo porque se nos va la vida. No estoy de acuerdo con los que dicen “la sociedad está enferma”. Porque hay otra parte que no lo está. Y yo tampoco.
–La AFA convocó a un Foro sobre la Violencia y luego lo levantó sin dar explicaciones porque sus dirigentes se dieron cuenta de que podría volvérseles en contra. ¿No le pareció un acto mezquino?
–Es un acto de mezquindad de todos. Porque ante la situación que estamos viviendo no podemos parapetarnos en una posición egoísta por temor a que nos critiquen o porque quede en evidencia nuestra incapacidad. Este tema debe comprometer a dirigentes, jugadores, jueces, policías... Pero antes tiene que haber una decisión política. Hasta ahora sólo se le han dado aspirinas al cáncer. No se tomaron medidas decisivas. Y la bronca que tengo con esto es porque hay una salida, pero no se quiere tomar.
–¿A quién escucha con más atención cuando se analiza la violencia en el fútbol? ¿Le da crédito a alguien?
–Mario Gallina me parece un hombre que ha intentado poner en juego ciertas medidas positivas. Pero me parece una insensatez que prohíba a la gente, al socio o hincha que no es violento, que vaya a la cancha. Yo escucho a todo el mundo porque es un tema que me interesa. Acá se gastaron millones en circuitos cerrados de televisión y no se utilizan bien.
–¿No le pesan los golpes en el cuerpo después de 23 años atajando?
–No. Una vez el Loco Gatti me dijo: “Mono, los golpes quitan años. Tratá de no golpearte”. Y yo intenté hacerlo para no sufrir golpes en forma innecesaria. Y eso me ayudó. Tampoco soporté lesiones serias.
–¿Sigue disfrutando del fútbol como al comienzo?
–Sí, con mucha felicidad, con mucho placer. A mí en el fútbol me pasó de todo. Más allá de los 23 años de trayectoria, de tener un montón de marcas, el fútbol no me mitificó, como le pasa al que ganó todo. Le hace mal a esa persona y al deporte mismo. Yo salí campeón, me fui al descenso, me hicieron seis goles en un partido, tengo el record de la historia de Boca con la valla invicta, he sido figura, he jugado mal. Eso creo que me hizo respetable ante los demás. Y siempre me manejé igual. Porque el placer que me da jugar, entrenar, concentrar y todo lo que tiene que ver con el fútbol estuvo y está vivo en mí. El Loco Gatti dice que los jugadores de raza aún nos sentiremos jugadores con 80 años. Y yo con 41, aun con todo lo que dejé atrás, todavía sueño con la Selección.
–¿Ya decidió qué hará cuando se retire?
–Tengo definido que seguiré ligado al fútbol. Me gusta mucho la comunicación social, trabajar como periodista, como comentarista, estudiar. Yo también me recibí de director de entidades deportivas en Barcelona en base al modelo de sociedades anónimas.
–¿Piensa que aquí podría aplicarse un modelo de ese tipo?
–Sería viable si es eficiente. A la discusión relativa a si los clubes son sociedades civiles sin fines de lucro, sociedades anónimas o deben tener un gerenciamiento, respondo que podría ser cualquiera de los tres, siempre que sean eficientes.
–Se puede ser eficiente pero también deshonesto.
–Partimos de la base de manejarnos con honestidad. Lo que usted dijo es un poco lo que nos pasa a los argentinos. Tenemos que aclarar siempre que debemos ser honestos. Eso quiere decir que carecemos de esa condición.
–Si pensara por un instante como ex jugador y futuro director de una entidad deportiva, ¿a qué dirigente trataría de imitar?
–Creo que Raúl Gámez ha hecho una tarea brillante en su club. A Julio Comparada lo tuve en Independiente en el primer año y me pareció una persona interesante. Y como modelo de club a seguir, elegiría a Vélez.
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