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Pablo Failde hace una caracterización de los barrabravas que precisa dos momentos de su modus operandi: “Los fines de semana van a la cancha, son barras, pero durante los días laborables, su actividad pasa por otro lado, como en el caso de las salideras bancarias”. Está convencido de que el día en que le robaron mientras se alejaba en bicicleta del Banco Ciudad de Palermo Viejo, dos personas lo marcaron. Para él, una habría sido Matías Kraft.

“Estos individuos se comunican por señas imperceptibles, trabajan juntos”, agrega quien en febrero de 2007, cuando era legislador porteño, denunció al ex presidente de River, José María Aguilar, por los graves incidentes ocurridos en el club entre dos facciones de barras antagónicas, las que lideraban Adrián Rousseau y los hermanos Alan y William Schlenker. El episodio del 11 de febrero de aquel año es recordado como “la batalla de los quinchos” y significó el preámbulo de lo que vendría después, con el planificado asesinato de Gonzalo Acro incluido.

En ese momento, el legislador responsabilizó por los hechos sucedidos en el estadio Monumental al máximo dirigente de River. “Por omitir recaudos de organización y seguridad” y “guardar elementos aptos para la violencia” decía el escrito que presentó en la Fiscalía Contravencional y de Faltas No 11, a cargo de la doctora Claudia Barcia. En declaraciones públicas pedía que la Justicia castigara “con dureza al presidente de River, de lo contrario se estará consagrando la total impunidad de la violencia en el fútbol”. También imputó al comisario Adalberto Ivarola (titular de la seccional 51ª, con jurisdicción sobre el club) y al jefe de Circunscripción de la Policía Federal, comisario Enrique Capdevilla.

Failde se interesó por el tema de la violencia en el fútbol cuando era diputado porteño y ahora integra el Comité de Seguimiento de Seguridad Pública. Su caso resulta paradójico. Los barras que enfrentaba en otros tiempos se transformaron en sus posibles victimarios. Es autor de proyectos que regulan el derecho de admisión en las canchas, de la creación de una fiscalía deportiva y de un cuerpo policial especializado. Desde aquel 5 de marzo en que lo abordaron, retomó el ejercicio de investigar nombres que quizá le resultaban familiares. Entre ellos pueden estar quienes lo asaltaron.