Domingo, 22 de junio de 2014 | Hoy
Gol de Messi en el último minuto, para Brasil que lo mira por TV.
Por Facundo Martínez
Pintado en el primer tiempo, porque Irán no encontraba dónde estaba el arco que debía atacar. Se convirtió en figura con tres atajadas clave cuando los asiáticos se animaron a pasar el mediocampo: Dejagah y Ghoochannejad no pudieron con él. Sin sus intervenciones, Argentina hubiera podido perder el partido.
Tácticamente cumplió su función y estuvo siempre listo para aguantar la descarga de Di María. Cansando de tirar centros en balde, probó con un remate desde afuera. Le faltó asociarse mejor con Agüero.
No fue demasiado útil en la función ofensiva, pero cortó con lo justo un ataque complicadísimo del Dejagah, impidiendo que éste quedara mano a mano con Romero. Los iraníes reclamaron penal, pero lo cierto es que el argentino primero tocó la pelota.
Durante la primera parte aportó seguridad y ganó de arriba en las dos áreas. Metió un cabezazo, en una jugada de tiro de esquina, que pasó por arriba del travesaño. Como Fernández, sufrió cuando Irán salió a buscar su chance.
Alternó buenas y malas, pero cuando Irán apretó se vio desbordado. Perdió la marca de Ghoochannejad cuando éste metió el cabezazo de gol que, por suerte, atajó Romero.
Sabella lo puso ya en tiempo de descuento, por las dudas.
En el primer tiempo se lució pese a no contar con espacios para desplegar su velocidad y habilidad; en la segunda parte, se quedó y aportó poco. El arquero Haghighi le atajó un buen remate.
Bien en los primeros minutos, cuando sus pases salían precisos hacia Messi, pero fue perdiendo fuerza y terminó un poco perdido. No fue contención cuando Irán se animó a atacar.
Como cada vez que juega la Selección, le tocó hacer el trabajo sucio y cumplió, sin embargo, sufrió el desgaste en el final, cuando Argentina más lo necesitaba; perdió la marca de Ghoochannejad, quien después no definió bien con Romero.
Con un cabezazo que pasó cerca y muy pocos minutos en la cancha, casi hizo más que Agüero.
No resolvió bien las primeras pelotas y, aunque se encendió de a ratos, no hizo nada trascendente en los 90 minutos. La falta de espacios no lo inspiró, y sus virtudes cayeron en un saco roto.
No pudo aprovechar las pocas situaciones que tuvo frente al arco de Haghighi. La más clara fue un mano a mano, que el arquero iraní le atajó sentándose en la pelota, cuando ésta se le metía entre las piernas.
Sin espacios que pudiera aprovechar, por la cantidad de hombres con los que se defendía Irán, le costó el partido y no jugó bien. Pero no se resignó y, en tiempo de descuento, cuando se avecinaba el incendio, encontró el hueco para meter un zurdazo tremendo para darle al equipo la victoria.
Ingresó por Agüero con una orden precisa: abrir la cancha por la derecha, zona por la que el equipo había olvidado atacar. Con Zabaleta y Messi armó la jugada que terminó en el gol argentino.
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