La onda expansiva de la crisis financiera sigue agravándose. El aumento del déficit comercial de Japón y la comprometida situación del sector automotor a nivel mundial deprimieron ayer a todos los mercados del mundo. Además la falta de compromiso de la administración Bush para encontrar una solución a la inevitable recesión en ese país atizó los ánimos de los inversores, que ayer llevaron los principales índices bursátiles a mínimos históricos. Los legisladores estadounidenses no llegaron a un acuerdo sobre un posible plan de rescate y dilatarán la espera hasta diciembre.

Tras la noticia, Wall Street se derrumbó 5,6 por ciento para ubicarse en su piso de los últimos cinco años y medio. En Europa las bajas rondaron el 3 y 4 por ciento, mientras que en Asia las caídas llegaron a superar el 10 por ciento. En tanto, las entidades de financiamiento hipotecario Fannie Mae y Freddie Mac anunciaron que suspenderán hasta el 9 de enero próximo el embargo de viviendas.

Si bien la crisis puso en jaque a todo el sistema financiero y afectó en buena medida al sector real global, la incapacidad de Bush para capear la situación hace imposible un respiro. Luego de que el Tesoro reconociera que los 250.000 millones de dólares de la primera etapa del megasalvataje significaron sólo un derroche de dinero, el Capitolio patea para el próximo mes la ayuda a las automotrices. Los representantes demócratas dijeron que postergarán hasta por lo menos el mes próximo la toma de una decisión. “Nadie presentó un plan que puedan aprobar la Cámara de Representantes ni el Senado y que el presidente pueda firmar”, argumentó el líder de la mayoría del Senado, Harry Reid, durante una conferencia de prensa que tuvo lugar en Washington.

Pero las automotrices probablemente tengan sólo semanas y no meses hasta quedarse sin efectivo. El máximo responsable ejecutivo de General Motors, Rick Wagoner, indicó en los dos últimos días en audiencias en el Congreso que la compañía no podría seguir operando hasta que la ayuda llegue con la asunción de Obama, en enero, como comenzó a especularse esta semana. Las acciones de GM tocaron ayer su punto más bajo en 70 años. En tanto, el brazo financiero de la automotriz, GMAC, presentó ante las autoridades federales los documentos para convertirse en una compañía bancaria y así poder ser incluido en el plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares aprobado por Washington.

La desesperación se tradujo en la bolsa neoyorquina. El índice industrial Dow Jones tuvo un nuevo desbarranco al caer 5,6 por ciento, mientras que el tecnológico Nasdaq retrocedió 5,1 por ciento.

A la frágil situación del sector automotor se sumó el incremento “más de lo esperado” de la cantidad de indemnizaciones por despido. El presidente del sindicato United Auto Workers (UAW), Ron Gettelfinger, consideró de “una importancia crítica que la administración Bush y el Congreso lleguen a algún tipo de acuerdo” para el sector.

En el Viejo Continente, Francia y España dispusieron sendos programas de rescate. El gobierno galo creó un fondo estratégico de inversiones de 20.000 millones de euros para ayudar a empresas en sectores clave de la economía a enfrentar la crisis. En tanto, el Estado español compró activos por 2115 millones de euros a una veintena de entidades financieras en la primera subasta de este tipo, con el objetivo de afrontar las pérdidas del sistema. Las bolsas asiáticas también vivieron una jornada negra, arrastrados por el agravamiento en octubre del déficit comercial japonés, que alcanzó a un rojo de 63.920 millones de yenes (unos 665 millones de dólares).