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Frente al encuentro que protagonizarán mañana los presidentes Cristina Fernández y Lula da Silva, donde se espera que diriman las diferencias surgidas por la regulación comercial, investigadores discuten la relación económica entre ambos países. Destacan que, además de las políticas comerciales “defensivas”, los gobiernos deben desarrollar estímulos para la complementación, de manera que la integración sea “sostenible y exitosa”. Se trata de dos trabajos del instituto de investigación brasileño Cindes (Centro de Estudios de Integración y Desarrollo).

Para Bernardo Kosacoff y Roberto Bouzas, el vínculo bilateral posee factores condicionantes de signo positivo o negativo para la Argentina, según el contexto histórico. La extensión del mercado brasileño representa un foco de atracción para actividades exportadoras e inversiones argentinas, pero a la vez la escala que maneja la industria de Brasil le permite tener mayor competitividad, lo que es una constante amenaza para los “sectores sensibles” locales.

El período que se abre con la devaluación del real en 1999 es “el comienzo de la etapa más conflictiva en las relaciones económicas bilaterales de las últimas dos décadas”, señalan. Se intensificó la especialización primaria de las exportaciones argentinas a Brasil y el incremento en la proporción manufacturera de las ventas brasileñas al mercado local. A la vez, la declinación en la participación argentina en el mercado vecino y viceversa. La relativamente mayor precariedad de la posición argentina es consecuencia de “una creciente divergencia de competitividad entre los sectores industriales de ambos países”, indica el brasileño Pedro da Motta Veiga, también investigador del Cindes.

De parte del gobierno argentino, las respuestas son políticas defensivas a través del monitoreo del comercio, restricciones voluntarias a la exportación y medidas de protección. Están destinadas a impedir la invasión brasileña en sectores con fuerte impacto en el empleo.

Más allá de la importancia que puedan tener para transitar la crisis, Kosacoff y Mouzas resaltan que estas medidas “no son constructivas o sostenibles a mediano plazo”. Proponen “políticas públicas que estimulen la complementación y contrasten la lógica de mercado que profundiza las asimetrías existentes”. En particular, destacan la importancia de la especialización hacia adentro de las cadenas industriales brasileñas.

Kosacoff y Bouzas resaltan el papel preponderante que Brasil comienza a ocupar en el escenario mundial. En este contexto, la Argentina debería identificar los nichos que pueda explotar en el proceso de la inserción exitosa brasileña. Remarcan el ejemplo del sector petróleo-gas, a partir de la explotación de los nuevos recursos de hidrocarburos descubiertos en Brasil. Aquí ya hay un acuerdo de palabra entre ambas administraciones, registrado en la última reunión de ministros.

Adentrado en el panorama político brasileño, Motta Veiga critica las medidas de regulación comercial “unilaterales” de parte de Argentina. Registra una “división nítida entre las posturas frente al vínculo bilateral”. Por un lado, estaría el gobierno brasileño, “sensible a la importancia de la dimensión política de la relación”, una postura de “paciencia estratégica”. Supone el reconocimiento de asimetrías estructurales favorables a Brasil, pero prioriza el interés en la Argentina como socio. Por otro lado, está el sector empresarial (especialmente los industriales de San Pablo), muy crítico de las medidas argentinas.

La confrontación de intereses entre los grupos de presión brasileños permite dilucidar con más precisión los últimos conflictos, que explotaron con la detención en la frontera de camiones que transportaban mercaderías hacia Brasil. Los presidentes intentarán solucionar este tema puntual aunque, según los estudios citados, la solución de mediano y largo plazo deberá provenir de otros mecanismos.

Informe: Javier Lewkowicz.