Desde Rosario

“La competitividad no implica tener sueldos bajos, dólar alto y energía barata, sino poder producir bienes de alto valor agregado al margen de esas condiciones.” La interpretación de qué significa ser competitivo para una empresa local fue casi idéntica en boca de Guillermo Murchison y de Gustavo Ripol, máximas autoridades de la empresa de grúas y de la transnacional informática, respectivamente. Tal vez sin proponérselo, los ejecutivos contrariaron así la idea de que para lograr aquel cometido no hay tipo de cambio que alcance, como suelen sugerir otros voceros patronales, disconformes con la evolución del tipo de cambio real, que va paulatinamente desmejorando por la inflación de los costos internos. El 93 por ciento de los asistentes al coloquio rosarino consideró que en el período 2002-2006 su competitividad mejoró mucho o moderadamente y los factores prioritarios de ese repunte fueron “el mejor clima en la organización”.