Domingo, 25 de noviembre de 2007 | Hoy
ECONOMíA › OTRAS EXPERIENCIAS EXITOSAS Y QUE DAN GANANCIA
Por Roberto Navarro
El banco de desarrollo es una vieja aspiración de la industria nacional, que desde la caída del Banade en 1992 se ha quejado de la desventaja que significa competir con empresas de otros países que consiguen créditos subsidiados por el Estado, tanto para realizar inversiones como para financiar exportaciones. El caso más mencionado por la Unión Industrial es el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (Bndes), por ser el vecino país el que mantiene mayores relaciones comerciales con Argentina.
El Bndes, creado en 1952, es considerado uno de los principales impulsores del fuerte desarrollo de la industria brasileña. Pero también financia proyectos de agricultura, servicios, y comercio de pequeñas, medianas y grandes empresas a tasas fuertemente subsidiadas por el Estado. A la vez, apoya inversiones sociales dirigidas a la educación, salud, agricultura familiar y saneamiento básico y ambiental. En 2006 el banco de desarrollo brasileño entregó créditos por un total de 86.540 millones de reales y, a pesar de su tarea subsidiaria, obtuvo una utilidad neta de 6331 mil millones de reales.
También Japón, la segunda potencia del planeta, cuenta con un banco de desarrollo desde 1999, el Development of Japan. Su carta orgánica establece que el principal objetivo de la entidad “es el financiamiento a largo plazo y otros planes basados en políticas de proyectos cualificados como suplemento y estímulo a los servicios de préstamos proporcionados por entidades financieras ordinarias”. Es decir que actúa de la misma manera que se planea el nuevo banco local, subsidiando operaciones estratégicas a través de entidades privadas. El banco japonés cuenta con un patrimonio de 1272 billones de yenes y un plantel de 1352 empleados.
La floreciente economía coreana basó la mayoría de sus grandes proyectos industriales en un importante banco de desarrollo, el Korea Development Bank (KDB), un banco enteramente propiedad del gobierno, que no sólo financia los grandes proyectos industriales, sino que controla y sigue el funcionamiento de estos con equipos técnicos de primer nivel que cuidan el capital invertido con un monitoreo de las actividades de las empresas financiadas. A la vez, el KDB resultó de vital importancia en el salvamento de empresas con problemas en las crisis financieras internacionales desatadas en la segunda mitad de los noventa.
En el año 2001 Venezuela creó su banco de desarrollo: el Bandes. Según su carta orgánica, su principal objetivo “es la desconcentración de la economía, estimulando la inversión privada en zonas deprimidas y de bajo rendimiento, apoyando financieramente proyectos especiales de desarrollo regional”. Perú, por su parte, cuenta con la Corporación Financiera de Desarrollo (Cofide), un banco de desarrollo que opera desde 1992. En este caso, la entidad se dirige a apoyar sólo a las pequeñas y medianas empresas. Al igual que el proyecto argentino, Cofide subsidia la tasa de interés de préstamos que otorgan entidades privadas.
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