Al menos 53 personas murieron y 120 resultaron heridas ayer en un atentado suicida perpetrado por un adolescente de 16 años en una mezquita.

El ataque ocurrió en el distrito de Khyber, en la frontera con Afganistán. Según testigos, el adolescente se inmoló en la entrada de la mezquita Mandokhel Masjid, en la localidad de Jamrood, a unos 25 kilómetros de Peshawar. La mezquita, al momento del atentado, estaba colmada de fieles durante los rezos tradicionales de los viernes.

Se trata de uno de los más graves actos terroristas de los últimos meses en Pakistán, donde la violencia no se detiene ni siquiera durante el mes sagrado del Ramadán, como lo demuestra el conflicto desatado entre bandas rivales en Karachi, donde en los últimos tres días murieron más de 50 personas. El atentado suicida no fue reivindicado por ningún grupo, pero la táctica hace pensar en un accionar de talibán que controlan el valle de frontera donde son frecuentes los enfrentamientos armados entre distintos grupos tribales. Según una reconstrucción de los hechos por parte de la policía, el joven ingresó por una ventana y se inmoló en la sala principal, donde había cerca de seiscientos fieles.

“Fueron usados de ocho a diez kilos de explosivos”, dijo un funcionario local, Syed Ahmed Jan. Para hacer más letal la explosión fueron agregadas astillas de metal. La pista talibán surgió después de que hace tres días algunos militantes fueron expulsados de la zona por los jefes de la comunidad tribal local. Parece que antes de su accionar el joven gritó: “¡¿Quién me sacará ahora?!”.

De acuerdo con un periodista que conoce bien el distrito, Waheedur Rehman, las palabras indican que el atentado fue una venganza de los talibán. En el pasado fueron adoptadas varias represalias contra mezquitas y consejos de paz (jirga).

Otro experto, Rahimullah Yousafzai, recordó que la comunidad del distrito, donde pasa la principal carretera hacia Kabul, tiene una larga historia de enfrentamientos con los talibán.

“La mayoría de los jefes tribales no tolera la presencia de los talibán en el área, pero como no es posible excluirlos están a merced de estos grupos terroristas”, opinó. El grupo dominante es el Tehrik-e-taleban (TTP), proveniente de Waziristán, sospechado de las principales tragedias de los últimos años en Pakistán.

El control de la Khyber Agency es importante por la presencia de los convoyes de suministro de la OTAN dirigidos a Afganistán que usan la carretera Peshawar-Torkham. Pero el TTP a menudo encontró la oposición de fuertes grupos extremistas locales que intentan eliminar con ataques a los diversos jirga de los jefes tribales.

A causa de su valor estratégico, el área está plagada de grupos talibán y bandas criminales que luchan por imponerse y lucrar con el comercio. Sin embargo, también es escenario de tensiones sectarias y de guerras intestinas entre diferentes organizaciones islamistas radicales.

A ello se suma que, desde hace unas semanas, el ejército paquistaní lleva a cabo una operación contra los integristas en la vecina región tribal de Kurram. Hasta la fecha, la estrategia de las Fuerzas Armadas es combatir a determinados grupos y atraerse el favor de otros para doblegar así a los talibán, que pasan con frecuencia de un lado al otro de la frontera.

Estados Unidos, por su parte, presiona a Pakistán para que elimine la amenaza que supone la red Haqqani y otros grupos integristas con base en este país para sus tropas destacadas en Afganistán, aunque Islamabad parece reticente.

Las zonas tribales de la provincia de Waziristán son el principal feudo de los talibán en Pakistán, pero el ejército sigue sin lanzar allí una ofensiva, en particular en la demarcación norteña, la más controlada por los insurgentes.