Sábado, 20 de agosto de 2011 | Hoy
ECONOMíA › LA ECONOMíA ARGENTINA CRECIó 8,8 POR CIENTO EN EL PRIMER SEMESTRE, EMPUJADA POR EL CONSUMO
La actividad sigue en niveles altos, pese a las sacudidas de las grandes potencias. En junio el crecimiento fue de 8,2 por ciento y en los primeros seis meses, del 8,8. El consumo, las actividades productivas y la inversión explican ese comportamiento.
Por Javier Lewkowicz
La economía argentina creció en junio 8,2 por ciento en forma interanual y cerró el primer semestre con un fuerte avance de 8,8 por ciento, según informó ayer el Indec. La producción de bienes como automóviles, textiles y alimentos traccionó sobre el resto de la industria, algo similar a lo que ocurrió con la construcción y sus industrias proveedoras. A su vez, la actividad en muchos de estos sectores impactó sobre el comercio mayorista y minorista, el transporte, almacenamiento y comunicaciones y la intermediación financiera. El centro de la dinámica fue la demanda interna, consolidada sobre la base de la negociación salarial en paritarias, la Asignación Universal por Hijo y las jubilaciones. El círculo virtuoso se mantiene porque los altos precios de los commodities, el tipo de cambio competitivo y la política de administración de comercio permiten sostener el superávit externo y no caer en devaluaciones recesivas.
Los sectores productores de bienes representan cerca del 40 por ciento del PIB de la Argentina. Una parte importante se explica a partir de la industria manufacturera, que creció en el primer semestre del año 9 por ciento en relación con el mismo período del año pasado. El sector que lideró la suba fue el automotor, con el 23,8 por ciento, seguido por la industria metalmecánica, que avanzó 16,6 por ciento. También creció en niveles altos la producción de acero crudo, aluminio primario y neumáticos, en buena medida vinculada al propio empuje automotor. Mostraron buen desempeño el sector textil, en especial la producción de tejidos, y productos farmacéuticos. A su vez, creció fuerte la producción de lácteos y bebidas.
La construcción subió en forma acumulada hasta junio un 10,5 por ciento, traccionando la industria cementera y la de otros materiales del sector. En el sector agropecuario, la molienda de cereales y oleaginosas creció 11,8 por ciento en el semestre. Los servicios avanzaron a la par de los sectores antes mencionados, según el ciclo económico de la producción, distribución y comercialización. En el primer trimestre, el comercio mayorista y minorista, el transporte, almacenamiento y comunicaciones y la intermediación financiera crecieron por encima del 10 por ciento.
El motor del crecimiento es el consumo interno, cuyo avance se explica por el avance del salario real, al menos el que experimentan los trabajadores registrados del sector privado. Según indican en el Ministerio de Trabajo, el aumento promedio que surgió de las paritarias estuvo entre el 26 y 28 por ciento, por encima de las estimaciones sobre la inflación. Asimismo, las jubilaciones subieron este año un 37 por ciento, incremento que, luego de la ampliación del universo de beneficiarios a partir de las moratorias previsionales, tiene fuerte impacto en el consumo privado. También es relevante la inversión pública en obras de infraestructura. La presión de demanda, a su vez, tiene impacto positivo sobre el empleo, ya que los empresarios contratan más personal ante el incremento de las ventas, lo que refuerza la dinámica. A su vez, estimula la inversión privada, que es otro de los puntales del crecimiento y supera el 23 por ciento del PIB.
Parte de la producción local, como la del agro y la del sector automotor, responde a la suba de la demanda externa, en especial de China y otros países asiáticos, y Brasil. Pero además del impacto que tienen en el crecimiento las exportaciones, la actual dinámica del sector externo es fundamental para sostener el ciclo expansivo, ya que en otras experiencias industrialistas el límite fue la falta de dólares para financiar las importaciones y el consumo, que derivaba en una crisis externa, devaluación y posterior inflación que reducía salarios y aumentaba el desempleo. Los altos precios de los commodities, junto con la política cambiaria y la comercial, permiten sostener ahora la holgura externa. Economistas critican que en estos años de crecimiento no haya habido un cambio estructural en materia industrial que permitiera dejar de depender de las ventas de productos primarios.
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