Viernes, 23 de diciembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › TRAS EL ANUNCIO DE ESTADOS UNIDOS DE RETIRADA DEL PAIS QUE OCUPO POR AÑOS
El peor de los ataques de ayer fue el que causó un terrorista suicida que logró pasar un puesto de control a bordo de una ambulancia. Detonó los explosivos en un barrio de mayoría chiíta. En toda la jornada murieron decenas de personas.
Por Patrick Cockburn *
Una ola de atentados con bombas provocaron nubarrones de humo en el cielo de Bagdad ayer, matando a por lo menos 72 personas e hiriendo a más de 200, en la peor violencia en meses. Hay un creciente sentimiento de crisis sectaria en Irak, mientras el primer ministro chiíta, Nouri al Maliki, trata de arrestar a su propio vicepresidente sunnita acusado de dirigir los escuadrones de la muerte. La amenaza de una escalada bélica se acentúa por el temor que tiene la elite iraquí chiíta de que el movimiento Despertar Arabe se esté convirtiendo en una cruzada antichiíta conducida por Arabia Saudita y Qatar.
El más mortífero de los ataques de ayer fue el de un terrorista suicida que conducía una ambulancia atestada de explosivos y logró persuadir a un policía para que lo dejara pasar por su puesto de control porque tenía una llamada de emergencia. Se detonó en las puertas de una agencia gubernamental de anticorrupción en el distrito de mayoría chiíta de Karada, matando a por lo menos 35 personas e hiriendo a 62. “Escuchamos el sonido de un auto, luego la frenada y después una inmensa explosión. Todas nuestras ventanas y puertas estallaron, el departamento se llenó de humo negro”, dijo Maysoun Kamal, un residente.
Ayer a la mañana, catorce explosiones de bombas fueron seguidas por dos más a la noche. Estaban dirigidas mayormente a civiles chiítas, indicando que después de ocho años y medio de esos ataques, las agencias de seguridad del gobierno no habían logrado desintegrar las células insurgentes. El director de una agencia de inteligencia le dijo a The Independent: “El problema es que la seguridad de Irak sólo reacciona ante los hechos y no tiene una estrategia a largo plazo”.
Dos de los ataques fueron con bombas en los caminos en el distrito de Amil, que mataron a siete personas e hirieron a otras 21. Un coche bomba en la parte chiíta en Doura en el sur de la ciudad mató a tres personas e hirió a varias más. Tal es el legado del odio sectario en Bagdad, lo que no hace más que aumentar los temores de que las matanzas basadas en la pertenencia religiosa puede reanudarse. Nadie se hizo responsable inmediatamente, pero las bombas tenían la marca de los insurgentes sunnitas de Al Qaida. La mayoría parecía haber impactado barrios chiítas. En total, once distritos fueron golpeados por coches bomba y explosiones en los caminos.
Es extremadamente difícil evitar bombas en una ciudad de cinco millones de habitantes cuando los blancos son a menudo vendedores callejeros o niños chiítas. En los últimos meses, el gobierno ha reducido el número de puestos de control y derribado algunos de los muros de concreto que separaban los barrios chiítas y sunnitas. Quedan pocas áreas mezcladas en la ciudad desde las matanzas sectarias de 2006 y 2007, aunque algunas personas han regresado a sus antiguos distritos. Bagdad hoy es en gran parte una ciudad chiíta.
El crecimiento mortal en la violencia ocurre sólo unos días después de la retirada de las últimas tropas de Estados Unidos, que una vez llegaron a ser 170.000 en Irak. Los estadounidenses han hecho poco en relación con la seguridad desde 2009 y no pudieron evitar la sectaria y sangrienta guerra civil entre sunnitas y chiítas. Pero no hay duda de que la retirada de Estados Unidos tuvo un serio impacto psicológico, porque muchos iraquíes sienten que Estados Unidos ayudó a distender las diferencias entre chiítas, sunnitas y kurdos.
La última crisis política y de violencia provocada por la orden de arresto del vicepresidente Tariq al Hashemi es particularmente desestabilizante por la escalada de la confrontación sunnita-chiíta en el mundo musulmán. Arabia Saudita y los Estados del Golfo sunnitas han apoyado a la dinastía sunnita que gobierna en Bahrein al aplastar las protestas prodemocracia por la mayoría chiíta. Arabia Saudita y Turquía buscan ponerle fin al gobierno del presidente Bashar al Assad en Siria, donde la secta heterodoxa chiíta, los alawites, han dominado por más de cuarenta años.
Es sabido que el primer ministro iraquí ve complots contra su gobierno y muchos han sobreactuado a un supuesto intento de asesinato en su contra a fines del mes pasado. Pero el liderazgo chiíta en Irak, que llegó al poder en la elección de 2005 después del derrocamiento de Saddam Hussein, teme que el triunfal islamismo en Siria ayude a los sunnitas iraquíes y provoque una nueva insurgencia. El arresto de ex miembros del partido baazista en Irak y el despido de los oficiales sunnitas muestran la tensión del liderazgo chiíta. En la práctica, los chiítas dominan el cuerpo de oficiales en los ministerios de Defensa e Interior. Maliki comanda 900.000 soldados y policías y las ganancias petroleras alcanzarán un estimado de 100 mil millones este año.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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