EL MUNDO › A LA GRILLA DE FAVORITOS SE SUMA UN ABANICO DE POSIBILIDADES

Los candidatos pintorescos

Marco Enríquez-Ominami, Franco Parisi, Marcel Claude, Alfredo Sfeir y Ricardo Israel se suman a los candidatos de las grandes coaliciones para ofrecerle al electorado una interesante variedad de propuestas electorales.

 Por Christian Palma

Desde Santiago

Llegó el día. Hoy millones de chilenos acudirán a las urnas para decidir quién será el nuevo presidente por los próximos cuatro años. Apuestas y un sinfín de sondeos han intentado dar color a las “tradicionales” elecciones chilenas. Sin embargo, el debut del voto voluntario ha puesto un manto de duda sobre un resultado tan incierto como la cantidad de gente que acudirá a las urnas. Las cifras más optimistas hablan de siete millones y medio de personas, algo así como el 60 por ciento del padrón electoral, los cuales deberán decidir entre nueve candidatos de la más variopinta procedencia y color. Esta gran cantidad de postulantes a La Moneda es también un hecho inédito en el país.

Tal vez las candidatas Michelle Bachelet, del pacto Nueva Mayoría –que aglutinó a lo que queda de la Concertación– y, Evelyn Matthei –de la derechista Alianza por Chile, la coalición que sustenta a Sebastián Piñera– sean las únicas con posibilidades de pasar a segunda vuelta debido a la histórica división política chilena. No obstante, sólo Bachelet figura con reales posibilidades en las encuestas. La doctora socialista mira desde lejos a su principal contendiente, la que no ha superado el 20 por ciento en los sondeos.

Pero no es todo. Sacando a Bachelet de este escenario, a Evelyn Matthei le aparecieron dos fantasmas que día a día se fueron materializando hasta convertirse en una amenaza real de arrebatarle el segundo lugar y el derecho a ir al ballottage. El primero de ellos es Marco Enríquez-Ominami (hijo de Miguel Enríquez, ex líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que se enfrentó a tiros con las fuerzas de Pinochet y asesinado por las mismas y que luego sería adoptado por Carlos Ominami, uno de los fundadores de la Concertación). Con ese historial y un discurso frontal, el ex niño terrible de la política chilena ha centrado su campaña en pedir la renovación de los rancios políticos chilenos, aplicando transformaciones reales al modelo imperante. En la elección anterior, logró un 20 por ciento. Tenía 35 años y asestó un golpe a la Concertación que perdió el poder a manos del multimillonario Sebastián Piñera.

Con todo, ME-O no logró capitalizar ese apoyo. Una estrategia que apostó por el bajo perfil y que no profundizó en sus planteamientos, muchos de los cuales han sido copiados por otras candidaturas, sobre todo en cobertura social y educación.

“No queremos más de lo mismo”, “no aceptamos lo del mal menor”, “con diez reformas, cambiaremos el país” y su discurso antipartidos y generacional, logró adherentes.

En ese contexto, aparece Franco Parisi, ex decano de Economía de la Universidad de Chile, y que ganó fama en un programa televisivo que aterrizaba con el complejo mundo de los números entre la gente de a pie, y consiguió gracias a un discurso populista, su buena facha y adueñándose del mejor repertorio de los demás candidatos, ganar adeptos. Su crítica dura al modelo –del cual fue parte, por ejemplo al lucrar con la educación al ser dueño de varios colegios–, a los grandes empresarios, al Estado y a quien se le pusiera por delante, consolidó su opción en las encuestas. Sus planes de redistribuir el poder, la riqueza y las oportunidades: “Para ello nos hemos puesto como foco generar reformas que estén en el camino de fortalecer las instituciones para que cuiden a las personas y sus familias y no a los mismos de siempre. Nuestra propuesta, colaborativa y participativa, retoma el poder de la gente, sin miedo a enfrentar las grandes concentraciones de poder y riqueza existentes en Chile. No le debo ni un favor a ningún partido político, a ningún grupo económico... Así se construye Chile, sin deber favores”, ha dicho.

Entre los dos, según los sondeos, lograrían más del 20 por ciento en esta jornada. Esto si el también economista Marcel Claude, el candidato –al menos en el papel– más a la izquierda de estas elecciones, no les roba votos. Al igual que los demás, Claude brega por cambiar la Constitución, modificar por completo el modelo económico y renovar a toda la clase política. En las encuestas se mueve entre el 3 y 6 por ciento. El apoyo del Partido Comunista a Michelle Bachelet le quitó un andamiaje que, si bien figura en las encuestas, no le alcanzaría para ir a la segunda vuelta.

De los nueve candidatos, Roxana Miranda es quizá la más llamativa. Ha cultivado un perfil crítico tanto a Bachelet como a Matthei y lo que ellos representan. La “candidata del pueblo”, como se ha definido, utiliza un lenguaje popular, cercano, quejándose de lo que toda la clase media se queja. Y le ha ido bien: “Yo tengo un magister en Economía. Señora Bachelet, yo tengo un magister en Economía, porque con su bono de 40 lucas (80 dólares) tengo que llegar a fin de mes”, fue una de sus frases más famosas. “Por primera vez una pobladora, una nadie, una nunca, como decimos nosotros, una torreja, como digo yo, es candidata a la presidencia de Chile... Cuando me dicen: ‘Roxana, es que tú eres una resentida’. Yo digo ‘sí po’, soy cuatro veces resentida, porque aquí les mintieron a mis abuelos, a mis padres, a mí y les mintieron a mis hijos”, sostuvo una vez que participó en un debate televisado.

Otro candidato pintoresco es Alfredo Sfeir. El ex funcionario del Banco Mundial destaca por una vestimenta al estilo hindú y sus propuestas que se centran en la recuperación de los recursos naturales, establecimiento de salud y educación pública de calidad para todos y desarrollo de una economía sustentable.

Por último figura el candidato Ricardo Israel, autodenominado la carta regionalista, es decir, de llegar ser electo, fortalecer las provincias y terminar con el centralismo de Santiago. También propone cambiar la Constitución y mejorar la situación de los pueblos originarios.

De no mediar una sorpresa de proporciones, sólo ME-O y Parisi pueden competir con las candidatas Michelle Bachelet y Evelyn Matthei. Para ellos, ocupar el segundo o tercer lugar será clave para intentar llegar a La Moneda en 2017. Si la derecha, por su parte, no pasa al ballottage, la transformación será de 180 grados. El resto tratará de sacar la mayor cantidad de votos para articular el futuro de los sectores que representan. Ante tanto candidato y con una Bachelet desatada, la tarea para que la causa no sea sólo un saludo a la bandera es casi titánica.

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Franco Parisi, candidato independiente, durante la campaña.
Imagen: AFP
 
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