Domingo, 17 de noviembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA A SIMON TILFORD, DEL CENTRE FOR EUROPEAN REFORM
Según el experto, la baja en la tasa de interés del BCE no alcanza. En Europa el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde los ’90.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
A nadie le gusta que suban los precios, pero hoy los 17 países de la Eurozona temen lo contrario: la deflación. En octubre, la inflación interanual se redujo hasta el 0,7 por ciento, el nivel más bajo desde 2009, muy lejos de la meta del 2 por ciento que tiene el Banco Central Europeo. Si a esto se le suma que, según los datos difundidos, el crecimiento descendió a un 0,1 por ciento, el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde principios de los ‘90. El Banco Central Europeo sorprendió a los mercados hace más de una semana bajando la tasa de interés de 0,5 a 0,25 por ciento, y dio un respiro a su sector exportador. Pero en entrevista con Página/12, Simon Tilford, subdirector del Centre for European Reform, en Londres, consideró que no será suficiente.
–La Eurozona salió de la recesión en el segundo trimestre de este año con un crecimiento del 0,3 por ciento. Los datos de julio-septiembre bajan ese nivel a un 0,1. ¿Estamos en esa doble trampa de estancamiento económico y deflación?
–El crecimiento que se dio hasta ahora ha sido por el sector exportador, pero la Eurozona es demasiado grande para que esto sea suficiente. Su dinámica económica precisa el mercado doméstico y el crecimiento del consumo. Normalmente luego de períodos tan prolongados de recesión hay un efecto rebote por el que las economías tienen varios trimestres consecutivos de crecimiento real. Eso no está sucediendo en la eurozona porque no hay una recuperación en la demanda doméstica debido a que los salarios están planchados, y las empresas no saben si invertir porque con salarios planchados no hay garantía de que las inversiones sean rentables.
–El presidente del BCE, Mario Draghi, consiguió neutralizar el ataque especulativo sobre España, Italia y el euro diciendo que el BCE haría todo lo que estuviera a su alcance para evitar una desintegración de la Eurozona. Ahora acaba de bajar las tasas de interés para neutralizar el peligro de una deflación. ¿Es suficiente?
–Por mucho tiempo el BCE consideró que el problema era la inflación. Es un paso positivo que se hayan dado cuenta de la gravedad del tema, pero no es una solución. El corte de las tasas de interés va a favorecer un poco a los exportadores, va a ayudar a los deudores, porque abarata un poco el costo de los préstamos, pero hasta ahí llega.
–¿Cuál es el problema con la deflación?
–En toda economía hay momentos de deflación o inflación. Por ejemplo, el precio de las computadoras ha bajado durante mucho tiempo. Pero cuando el precio general de los productos baja puede tener efectos devastadores, porque la deuda pública y privada tiene que ser pagada con un Producto Interno Nominal que está bajando. Para darle un ejemplo, cuanto más bajo el nivel de inflación, mayor el superávit fiscal que se necesita para pagar la deuda. Y el problema es que la tasa de interés, ahora en un 0,25 por ciento, no puede caer mucho más: no puede bajar del cero por ciento. De manera que no hay mucho margen de maniobra. No se ve que vaya a haber más inflación el próximo año porque la recuperación económica es muy débil, la política fiscal es contractiva y no es posible devaluar el euro, que está muy fuerte. La Eurozona tendría que estar creciendo alrededor de un 2 por ciento para evitar la deflación. Eso no está sucediendo.
–La inflación del 0,7 por ciento es un promedio. En Grecia, los precios cayeron un 2 por ciento, en Alemania subieron un 1 por ciento. El desempleo en Alemania es del 5,2, en España del 26,6 y en Grecia del 27,7 por ciento. ¿Cómo se hace para actuar entre tantas necesidades?
–La Eurozona necesita una mayor inflación en Alemania. Esto le permitiría a Italia y España, los dos países clave en este momento de la crisis del euro, ganar competitividad frente a los alemanes. En los primeros ocho años del euro, Alemania tuvo una inflación del 1,5 por ciento mientras que en otros países era del 3. Necesitamos ahora que ocurra exactamente lo contrario. Si no sucede, no se ve cómo la deuda de los países del sur europeo será sostenible. Siempre se habla de los problemas estructurales de los países del sur, pero no se habla de los problemas estructurales de Alemania. La demanda doméstica germana crece apenas un 0,5 por ciento, algo que no es suficiente para generar inflación. Tampoco estamos viendo un incremento fuerte de salarios o del consumo y la inversión empresaria está empezando a caer. Alemania tiene que resolver estos problemas para que haya una salida para la eurozona.
–¿Hay peligro de deflación como sucedió en Japón?
–Muchas veces se habla del peligro de que Europa sufra una década perdida como la que padeció Japón. Pero en muchos sentidos las cosas parecen peor en Europa, sobre todo en términos de crecimiento económico, porque la eurozona tiene menos herramientas para combatir la deflación que Japón. Los japoneses tienen su propia moneda, su banco central. En España o Italia, si los precios caen, no pueden hacer mucho. Lo que se necesita en estos casos son herramientas heterodoxas para bajar el valor de la moneda y combatir la deflación.
–¿Es posible todavía una desintegración del euro?
–Tal como están las cosas creo que veremos un aumento de los niveles de deuda y mayores tensiones políticas y sociales. Los pronósticos del FMI y de la Comisión Europea son preocupantes. Ambos coinciden en que habrá bajo crecimiento y baja inflación, lo que hará muy difícil bajar los actuales niveles de deuda. El peor es que la deuda aumente mucho más y que la gente empiece a perder la paciencia que ha tenido hasta ahora. El peligro allí es que los gobiernos no pueden compaginar la democracia con los requisitos de su programa político y los riesgos de manejar el euro.
–Se habla mucho de si América latina está preparada para un remezón externo. Se podría hacer la misma pregunta sobre Europa. El mismo Draghi advirtió que podía haber shocks externos.
–Muchos políticos pensaron sinceramente que los problemas del euro se solucionarían y que volvería el crecimiento económico. Esto no ha sucedido. No cabe duda de que la crisis continuará por bastante tiempo. En principio, con las tendencias actuales, creo que el euro va a sobrevivir. Pero esto puede cambiar si hay un shock externo, por ejemplo, una fuerte desaceleración de la economía mundial, porque la economía europea depende cada vez más de sus exportaciones. Si Estados Unidos abandona su programa de flexibilización cuantitativa también sería un gran impacto.
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