Desde Bahía

Nada menos que dos horas tomó la discusión de un solo párrafo. O de un solo nombre: Joaquim Levy. Es que Levy revista como ministro de Hacienda del gobierno brasileño y el V Congreso del Partido de los Trabajadores dedicó un largo debate a resolver si el documento final debía criticar a Levy por nombre y apellido o solo mencionar el riesgo de una política neoliberal. Al final no hubo nombres, con lo cual no hubo ruptura entre el congreso y la presidenta Dilma Rousseff.

El sistema elegido por el PT en su congreso, uno de los cinco desde su creación hace 35 años, fue el de siempre. La dirección nacional recibe las tesis a discutir, las imprime, las hace circular por Internet y en un cuaderno especial agrupa todas para que los delegados polemicen y voten.

En el capítulo económico el sector mayoritario, bajo el lema “El partido que cambia al Brasil”, propuso textualmente: “El gobierno está presionado por la necesidad de una solución de corto plazo para sus problemas fiscales. Los medios económicos y financieros internacionales quieren que el ‘ajuste’ sea el punto de inflexión de nuestra política económica en dirección al conservadurismo. Lo que está en juego es hacer un movimiento que restablezca el equilibrio de las cuentas públicas y permita nuevas condiciones para una nueva y fuerte recuperación del proceso de desarrollo. Ese movimiento no se puede hacer confrontando con los trabajadores”.

Ante propuestas que nombraban el Plan Levy, una personificación del ministro de Hacienda de Dilma, el debate se recalentó.

Muchos delegados se debatían entre la irritación ante lo que consideran un ajuste al que no necesariamente le ven un final y la definición de Dilma, de la que informó ayer Página/12, según la que “hay que hacer rápido el ajuste, así rápido volvemos a crecer”. La presidenta había pedido en la apertura del Congreso del PT, al borde de la medianoche del miércoles, que la agrupación la apoyara. “Yo no cambié de bando, y no puedo hacer esto sin mi partido”, apeló Rousseff.

Ayer, en el subsuelo del Hotel Pestana de Bahía donde se congregaron los delegados de todo Brasil, hubo momentos tensos. El clima de debate es distintivo del PT pero la cuestión del ajuste enardecía los ánimos hasta un punto con pocos antecedentes en las discusiones partidarias.

Muchos delegados se pusieron de pie y gritaron. Otros quisieron votar en malón. Mientras tanto, en pantallas distribuidas en toda la sala, se veían una y otra vez los textos, con el mouse que marcaba “Levy”, la palabra maldita. “Compañeros, por favor, todos sentados y sin gritar”, pidieron desde la conducción del congreso. “Vengan más adelante los que tienen credencial roja, únicos autorizados para votar, y déjenles lugar los que no la tienen”, fue otro de los pedidos.

Los delegados terminaron acatando las instrucciones. Mientras tanto, la tendencia mayoritaria de Lula y la línea Mensaje al Partido del ex gobernador de Rio Grande do Sul, Tarso Genro, las dos más grandes del PT, consensuaron un texto que evita la palabra Levy. El documento final llama a “conducir la orientación general de la política económica hacia la implementación de estrategias para la recuperación del crecimiento y de la defensa del empleo, del salario y de los demás derechos de los trabajadores que permitan la ampliación de las políticas sociales”.

“Queremos más empleo, y eso no puede lograrse con una tasa de interés anual del 14 por ciento”, dijo luego del congreso el presidente del PT, el abogado y periodista Rui Goethe Falcao. El presidente criticó políticas de ajuste y a la vez consideró que hubiera sido negativo que el encuentro del PT terminara con una consigna del tipo “Fuera Levy”.

Carta Maior, la influyente página web que dirige Joaquim Palhares, publicó una entrevista concedida por el economista Luiz Gonzaga Belluzo al portal de la Central Unica de Trabajadores, la más próxima al PT.

Ex secretario de Política Económica con José Sarney, el primer presidente de la democracia, y uno de los interlocutores económicos de Lula, Belluzzo discute en primer lugar la forma en fue realizada el ajuste. En su opinión, luego de la victoria en las elecciones de 2014 y antes de convocar a Levy, Rousseff debió haber convocado a las fuerzas sociales.

“Los conservadores concentraron sus críticas en el desequilibrio fiscal cuando el problema era la fuerte desaceleración de la economía”, dijo. Y criticó: “Tal cual lo dije en 2012, por una cuestión de estilo de la presidenta el gobierno demoró en promover los programas de infraestructura y en definir los proyectos de concesión, y eso se dio en el momento en que comenzaban a disiparse las fuerzas que habían llevado la economía a mostrar un buen desempeño”. Esas fuerzas eran la demanda china de materias primas y el crecimiento simultáneo de China y de los Estados Unidos hasta 2007, cuando Brasil hasta exportó productos manufacturados al mercado norteamericano.

La propuesta de Belluzzo para el inicio del gobierno de Dilma, en enero, era, y sigue siendo hoy, llamar a un pacto para mantener el empleo. “Si lo fundamental es proteger el empleo, el Estado debe coordinar el aumento de la tasa de inversión y debe conseguirse la moderación del ajuste salarial a cambio de conservar los puestos de trabajo”, sostiene.

Dilma consiguió así una prueba de confianza de su partido que no es, sin embargo, un acuerdo con la política de Levy. Esa solución de compromiso canaliza la discusión y la asume como propia por parte del PT. No evita que continúe el debate y apuesta a consolidar al partido de izquierda más grande del mundo, con un millón de afiliados. Lula quiere sacar al PT de su letargo por medio de la discusión hacia adentro y hacia afuera. Como para que no se duerma ni se despierte sobresaltado por las pesadillas y despierte dando manotazos al aire.