Domingo, 14 de junio de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Por Claudia Fernández Chaparro
“Está de moda que las mujeres rompan las pelotas. Y ahora arrancan de temprana edad. Con todo esto del famoso Ni UNA MAS. Cualquier boluda necesita su momento de fama. Es increíble la necesidad de las minas del minuto de fama en los medios Me tienen las pelotas llenas. Ni UNA MASSSS AL VOLANTE.” A menos de cumplirse las 24 horas de la marcha Ni Una Menos, uno de los diarios de mayor tirada del país dejaba abierta a comentarios de sus lectores la nota sobre dos adolescentes que fueron abusadas en una matinée en el San Isidro Club.
La violencia mediática es otra de las formas de violencia hacia las mujeres, niños y adolescentes. La tapa de una revista con Angeles Rawson en un basural fue el corolario de uno de los casos más emblemáticos en violentar los derechos de una adolescente en los medios de comunicación. El caso Angeles se extendió a programas de chimentos. Un conocido conductor de programas políticos invitó a empleados de la Ceamse a meterse dentro de un contenedor para probar si la adolescente cabía allí. En un noticiero leyeron la autopsia de Angeles y desfilaron vecinos, amigas y el padrastro, que parecía un rockstar dando un parte en la puerta de su casa. Tanto habló que muchos medios comenzaron en su momento a sindicarlo como sospechoso.
La razón por la que los medios eligen un caso y no otro es porque la audiencia les responde al ritmo de la información. Si hubiera pocos “consumidores” los medios de comunicación, los productores, los editores no publicarían ni mostrarían imágenes que lesionan derechos y estigmatizan a las mujeres.
Los niños, niñas y adolescentes también hicieron suya la plaza Congreso en la marcha Ni Una Menos con carteles y consignas. El reclamo es también de ellos, por los cientos de chicos que, mal llamados “menores”, son maltratados en los medios. Cuando comenzó la búsqueda de la adolescente Melina Romero, un diario dijo que era una fanática de los boliches, que no estudiaba, como si eso fuera relevante o condición para no buscarla. Lamentablemente, Melina fue asesinada y su caso también formó parte del circo mediático.
Hace pocos días apareció muerta Leonela Gómez Viveros y los medios volvieron a dar muestra de su prejuicio violando los derechos más íntimos de la adolescente. Pusieron el foco en su sexualidad y algunos sugirieron que había pasado de mujer a varón y que en la familia estaban esperando que volviera a la “normalidad”.
Sin tener datos precisos de cómo había sido su muerte, el centro de la escena pasó a ser su Facebook, sus fotos personales, su “transformación”. Se montó una verdadera carnicería mediática sobre esta niña, que con apenas 12 años, tiene derecho a que se respete su intimidad, su elección sexual y su vida privada. Aun cuando Leonela ya no esté para defenderse, hay leyes que la protegen. Lástima que haya adultos que las violen.
Otro capítulo es el rol de los familiares. También deben contribuir a preservar la intimidad, ya que sus opiniones, más allá de lo que hace a la búsqueda, sólo sirven para llenar de especulaciones las múltiples horas de informativos. Todos tenemos que respetar los derechos de niños, niñas y adolescentes. Los hijos no son una posesión, son sujetos de derechos. Para ayudarlos en las búsquedas existen organismos públicos que los contienen con equipos profesionales capacitados y también los orientan en cómo tratar con los medios de comunicación.
La marcha #NiUnaMenos puso el grito en la calle. Que ese grito no se apague es una responsabilidad colectiva, sistemática, una batalla a librar todos los días. Los medios de comunicación tiene un rol muy importante en la vida social, pero ese rol mal entendido puede contribuir a que la violencia se propague. Por ello es imprescindible comunicar con perspectiva de género, ajustarse a las leyes vigentes tanto la Ley Nacional 26.485, de Protección Integral de las Mujeres, como la 26.061, de Protección Integral a la Infancia y la Ley de Servicios Audiovisuales.
Esta semana la marcha empezó a dar sus primeros frutos: se creó la Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de Femicidios y de Homicidios Agravados por el Género que dependerá de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación. Falta mucho todavía, pero ya es hora de que los empresarios de los medios de comunicación revisen y actualicen sus manuales de estilo. Si quieren contribuir a parar esta violencia propongan una mirada sincera, que cambie definitivamente lo estigmatizante y comunique con perspectiva de género.
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