Domingo, 6 de septiembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Sonia Alesso *
Una foto ha dado vuelta al mundo y puso negro sobre blanco una realidad ignorada por la mayoría de los medios de comunicación y negada por las grandes potencias. La foto del niño golpea el corazón. Un niño, miles de niños y jóvenes a quienes se les ha negado el derecho a la vida resulta insoportable.
De acuerdo a las Naciones Unidas, hoy en el mundo hay más refugiados que en cualquier otro momento de la historia.
A finales de 2014, más de 59 millones de personas habían sido desplazadas a la fuerza. Casi tres veces el número registrado tan sólo hace una década. Más de la mitad de los refugiados del planeta son jóvenes y niños menores de 18 años.
Millones de personas se han quedado sin hogar y arrojadas a una pobreza absoluta como resultado de guerras apoyadas por el imperialismo en Afganistán, Irak, Siria y Libia. La crisis de refugiados más grande existe en Siria, en donde el número de los que huyen a otros países excede los cuatro millones. Aquellos que pueden buscan refugio en Europa. Lo que involucra a menudo un peligroso cruce del Mar Mediterráneo, un viaje que ya les ha costado las vidas de miles de hombres, mujeres y niños.
Lo que se presenta como un “problema de migración” es en realidad un problema de dominio imperialista y del sistema capitalista. Hay dos causas fundamentales para la masiva crisis de refugiados.
La primera es el creciente número de las guerras que conducen las grandes potencias. Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea, que han desplazado poblaciones enteras.
El segundo factor es el control y la destrucción económica del planeta por los principales estados capitalistas que ha sumido a miles de millones de personas en la pobreza extrema.
Africa, América latina y Asia son víctimas de invasiones, intervenciones militares o guerras civiles para facilitar el saqueo de sus riquezas. Miles de niños y jóvenes han sido asesinados. Sus muertes no han sido televisadas.
Los niños y jóvenes refugiados no tienen garantizados sus derechos humanos fundamentales, entre ellos el derecho social a la educación, este año reunidos en el 7 Congreso Mundial de la Internacional de la Educación afirmamos: “Que los países más ricos deben contribuir en mayor medida a lograr que se cumplan las metas de sus compromisos y obligaciones internacionales en relación con las necesidades de los niños refugiados y desplazados, entre las que se encuentra el acceso a la educación. También definimos mantener la presión sobre los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales para que den prioridad a la asistencia financiera para la educación de las personas refugiadas y desplazadas dentro de sus propios países”.
Los maestros y profesores nucleados en Ctera y en la Internacional de la Educación manifestamos nuestra solidaridad ante la situación de los desplazados y refugiados y expresamos nuestro compromiso permanente en la construcción de un mundo justo e igualitario.
* Secretaria general de Ctera.
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