EL MUNDO › COMO SE VIVIERON EN MOSCU LAS ESCENAS DEL RESCATE DE AYER
Terror y represión en vivo y en directo
Por Mary Dejevsky *
Desde Moscú
Esperanza, preocupación, enojo, frustración, desesperanza y acusaciones a Al Qaida: estas fueron las reacciones que tuvieron los rusos al mirar la cobertura en vivo de la televisión al final del sitio de dos días del colegio en Beslán. Mucho antes de la primera declaración oficial sobre la operación de rescate, los rusos ya habían decidido lo que estaba pasando.
Esperando lo peor, mientras las primeras imágenes de los cuerpos en camillas aparecían en pantalla, algunos empezaron a llorar. Cuando el conductor de NTV, el único canal ruso que cubrió en vivo el drama, citó a funcionarios diciendo que “la mayoría” de los rehenes había sobrevivido, dedujeron: “Eso significa que algunos niños han muerto”. La cobertura en vivo de NTV es una novedad en Rusia y parece ser una respuesta a las críticas generalizadas a los medios por la falta de cobertura del final de la toma del teatro de Moscú en octubre de 2002. También era claro que los códigos de los periodistas, productores y conductores de otros países eran inexistentes o no eran aplicados. Los periodistas entrevistaron a niños traumados y ni siquiera intentaron proteger sus identidades ni las de los muertos o los heridos, que eran filmados mientras eran llevados en camillas hacia las ambulancias.
Mientras las familias de los rehenes habían pedido al gobierno que accediera a todas las demandas de los secuestradores para asegurar la liberación de sus hijos, la opinión pública generalizada en Rusia parecía estar firmemente en contra de hacer concesiones a los militantes chechenos. Los servicios de seguridad rusos rápidamente sugirieron que la operación había sido financiada por Al Qaida. La agencia de noticias ItarTass informó que la toma había sido planeada por Shamil Basayev, el rebelde checheno más buscado, que también es responsabilizado por otros ataques importantes fuera de Chechenia. Funcionarios rusos dijeron que los rebeldes que están luchando por la independencia de la región están influenciados por el wahabismo, una forma estricta de islamismo sunnita que domina en Arabia Saudita, y que está prohibida en Rusia. “Además de eso, hay información que señala que la toma de rehenes fue financiada por uno de los ideólogos del wahabismo, Abu Omar as Seyf, representante de Al Qaida en Chechenia”, dijo una fuente. Funcionarios rusos han sugerido que varios ataques recientes en Rusia por los que se culpó a separatistas chechenos también podrían haber estado vinculados a Al Qaida.
La prensa conservadora (en su mayoría ex comunista) siguió esta línea dura al igual que la mayoría de los medios pro gubernamentales y liberales. Diarios como Novaya Gazeta, que fue uno de los más feroces críticos de la política del presidente Vladimir Putin hacia Chechenia, condenó a los secuestradores casi tan ferozmente como aquellos que nunca se habían ocupado del separatismo checheno. El hecho de que se tratara de una escuela y que la mayoría de los rehenes hayan sido niños caló hondo en los rusos. “Ningún código de honor del Cáucaso da el derecho de hacerle la guerra a los niños”, fue el titular de un artículo en el diario Trud. Sin embargo, a la vez que demandaban un final rápido y decisivo de la toma, los rusos también pedían el rescate de los niños sanos y salvos. Todos recuerdan bien la toma del teatro de Moscú, cuando la operación para vencer a los secuestradores y rescatar a los rehenes fracasó porque no había suficiente antídoto para tratar a los rehenes liberados para suprimir los efectos de los gases usados para dormir a los secuestradores.
Los rusos no podían creer las imágenes de caos que se transmitían en vivo. La falta de tratamiento médico en el lugar, la falta de camillas, la evidente falta de coordinación entre las distintas ramas de los servicios de emergencia, todo con el telón de fondo de los disparos. Mientras la cantidad de muertos aumentaba, la cantidad de preguntas también lo hacía.La gente se preguntaba por qué, si esta no era la primera toma a la que se enfrentaban las autoridades rusas, estaban tan poco preparadas. “Y decimos que somos un país del Primer Mundo”, fue una frase repetida.
El hecho de que los militantes que tenían secuestrados a los rehenes no hicieron demandas públicas hizo que los analistas pensaran que el objetivo posiblemente era simplemente demostrar su poder. Es poco probable que los militantes tuvieran alguna esperanza de que Putin ceda ante la reciente ola de ataques y suavice la línea dura de Rusia contra los separatistas.
El objetivo de los atacantes es “asustar, demostrarle a los rusos que están todos en peligro”, dijo Alexander Golts, un analista militar de la revista semanal Yezhenedelny Zhurnal. “Los organizadores de estos intentos deben comprender que no pueden cambiar la política rusa en el Cáucaso”, señaló en referencia a la región que incluye Chechenia y Osetia del Norte, donde fue tomada la escuela en la ciudad de Beslán.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman