EL MUNDO › ENCUENTRO EN LA HABANA PARA DENUNCIAR A TERRORISTAS CUBANO-NORTEAMERICANOS
Fidel contra la banda de ultraderecha
Machacando “en caliente”, el líder cubano hizo esta semana una reunión internacional para presionar por el caso Posada Carriles, un exiliado cubano que trabajó con Batista, estuvo en Cochinos y luego colaboró para la CIA como torturador y terrorista. Castro exige que sea deportado a Venezuela, donde voló un avión de Cubana, por las mismas leyes que pasó Bush para la “guerra contra el terrorismo”.
Por Luis Bruschtein
Desde La Habana
“¿Por qué los Bush, padre e hijo, los han protegido tanto?”, preguntó el presidente cubano Fidel Castro con respecto al terrorista cubano de Miami Luis Posada Carriles. “Hay una transferencia de genes entre ellos –se respondió–, al punto de que es imposible saber quiénes de ellos son más responsables de los crímenes que cometieron.” Fidel Castro se refirió una y otra vez con gran dureza a Posada Carriles y a la familia Bush durante una reunión de dos días que organizó especialmente en La Habana para denunciar los crímenes cometidos por el terrorista y exigir su extradición a Venezuela. La reunión internacional, con la participación de delegados de todo el mundo, incluyendo una nutrida de los Estados Unidos, fue organizada en menos de una semana por el veterano jefe revolucionario, que parece actuar con la seguridad de haber sorprendido con la guardia baja al gobierno norteamericano.
Los antecedentes de Posada Carriles y los otros cubanos que trabajaron con la CIA son demasiado ominosos y sus crímenes se extienden por toda América latina, incluyendo a la Argentina, donde cometieron atentados terroristas y formaron parte de la Operación Cóndor. Al mismo tiempo, la relación evidente con la familia Bush, desde que Bush padre fuera jefe de la CIA, hasta la actualidad, donde resaltan los vínculos con el hasta hace poco alto funcionario del Departamento de Estado Otto Reich, convierten a este episodio en una papa caliente para Washington y una fiesta para Fidel Castro. La frutilla del postre es que el mismo George Bush ha impulsado la firma de una serie de acuerdos internacionales contra el terrorismo, que son los que ahora esgrimen tanto Cuba como Venezuela para reclamar juicio y castigo de Posada Carriles.
Con más de 80 años, Posada Carriles era un colaborador de la dictadura de Batista cuando se produjo la Revolución Cubana. En 1960 se asiló en la embajada argentina en La Habana y luego se radicó en Miami. Formó parte de la invasión fracasada a Playa Girón y a partir de allí se convirtió en un reconocido agente de la CIA con actividad en toda América latina. Fue declarado culpable en Venezuela por la voladura, en octubre de 1976, de un avión de Cubana donde murieron los 74 pasajeros y tripulantes. En Cuba también han demostrado la participación de Posada Carriles en una serie de atentados con bombas en instalaciones turísticas cubanas en 1977, que causaron la muerte de un joven italiano y numerosos heridos. Pero Posada Carriles también fue un oscuro torturador de la policía política venezolana (DISIP) en los años ’70 y trabajó con otros terroristas de origen cubano en la Operación Cóndor, que estuvieron involucrados en los asesinatos del ex canciller del gobierno socialista chileno Orlando Letelier, en Washington; del general chileno Carlos Prats, en Buenos Aires, y del atentado contra el dirigente democristiano chileno Bernardo Leighton, en Roma.
En general, la trayectoria de Posada Carriles pone al descubierto las actividades de un grupo de terroristas del que también forman parte Orlando Bosch, Guillermo Novo Sampoll y Félix Rodríguez, el agente de la CIA cubano norteamericano que dio la orden de matar al Che Guevara en Bolivia. Rodríguez fue el jefe de Posada Carriles y de otros cubanos, que asesoraban al ejército de El Salvador y la contra nicaragüense en la guerra sucia centroamericana. En los años ’60, la CIA llegó a reclutar unos dos mil agentes y 80 asesores de origen cubano. Muchos de ellos pasaron a integrar distintos agrupamientos que realizaron actividades terroristas en toda América latina y en el mismo territorio de los Estados Unidos. El poder y la impunidad con que actuaron estos grupos hizo que muchos los vincularan también con el asesinato del John F. Kennedy.
Durante la reunión que se efectuó aquí entre el jueves y el sábado, participó gran cantidad de periodistas e investigadores que presentaronpruebas, documentos relacionados con el Plan Cóndor, otros de la seguridad venezolana y muchos papeles desclasificados de la administración norteamericana que demuestran la relación estrecha de estos grupos con las autoridades de ese país, e inclusive que en Washington se conocía la realización de los atentados terroristas, como la voladura del avión cubano, antes de que ésta se realizara.
Posada Carriles fue detectado en las playas de Cancún a bordo del yate Sandrina y a partir de allí fue el mismo Fidel Castro quien denunció el ingreso de este terrorista a Estados Unidos. “Tienen que preguntar cómo entró a ese país y quién lo recibió y quiénes son los cómplices de ese gravísimo delito de introducir terroristas en los Estados Unidos”, indicó Fidel a los periodistas, dando a entender que el ingreso del terrorista estaba arreglado con las autoridades norteamericanas, que quedaron desubicadas a partir de la denuncia del jefe revolucionario cubano. “Son cosas escandalosas, vergonzosas, bochornosas –dijo–, que esta gente, los seis o siete, los más viejos y los más poderosos de estos grupos terroristas, se mueva con tanta facilidad en Estados Unidos, que haya sido Posada Carriles quien convocó a la conferencia de prensa.” Y agregó: “Hay que ver quiénes son más asesinos, si estos superbandidos o los gobiernos que los cobijan, que los financian y los protegen”.
Fidel Castro se ha propuesto “revolver cielo y tierra” para lograr el juicio y castigo a Posada Carriles. De la misma manera que sucedió cuando logró que el niño Elián González fuera devuelto a su padre en Cuba, tras una fuerte pulseada con el gobierno y los cubanos de Miami, se ha lanzado de lleno a esta batalla. Fue el principal tema de su discurso en la marcha del 1º de Mayo y luego convocó a otra multitudinaria movilización para el 17 de ese mes. Esta reunión fue organizada en apenas una semana. “Hay que hacerlo en caliente, antes que se repongan”, explicó al abrir las sesiones junto al vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel, quien reivindicó el pedido de extradición a su país. Durante esa agitada semana se han realizado conferencia de prensa con el padre de Favio Di Celmo, el joven italiano que murió por la explosión de una bomba en 1997 en el Hotel Copacabana, y con los familiares de las víctimas del avión derribado. De la misma manera se realizaron reuniones con los familiares de los cinco cubanos presos en Estados Unidos con durísimas condenas, porque se habían infiltrado en estas organizaciones para prevenir los actos de terrorismo que se realizaban en territorio cubano (ver aparte).
Los medios cubanos cubrieron en forma pormenorizada el desarrollo de esta reunión, en la que participaron, entre otros, los argentinos Stella Calloni, autora del libro Los años del Lobo, Operación Cóndor; el diputado Miguel Bonasso, la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini; y Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. También se encontraban aquí los dirigentes del Partido Comunista Patricio Echegaray y de la corriente Patria Libre Humberto Tumini.
El gobierno cubano denunció que desde 1959 se produjeron más de tres mil muertos por atentados terroristas, además de bombardeos a cultivos, viviendas y escuelas rurales, atentados dinamiteros, con bombas e incendios, más una gran cantidad de atentados e intentos de atentados contra sus dirigentes, en especial contra Fidel Castro. En la reunión se presentaron grabaciones telefónicas con las voces de los terroristas, declaraciones públicas filmadas donde éstos se vanagloriaban de estos hechos, desde el asesinato de Letelier hasta la voladura del avión con 74 pasajeros. La responsabilidad de este grupo de terroristas es indiscutible, nunca la ocultaron, aunque recién ahora se haga pública y se arme el rompecabezas con sus trayectorias. La novedad es que ahora Estados Unidos afirma estar en guerra con el terrorismo y esas actividades no pueden ser catalogadas de otra manera. Fidel Castro sabe que el gobierno de Bush está en un brete difícil en este escándalo. Fue George Bush padre el que operó desde la CIA en 1976 para que los diferentes grupos se unificaran en el Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU). Y a su vez convocó a los millonarios de origen cubano residentes en Miami para que financien sus actividades a través de la Fundación Nacional Cubano Americana que dirigía Jorge Más Canosa. A partir de esa fecha recrudecieron los atentados y la actividad terrorista.
La importancia que se le dio al encuentro de esta semana se expresó en que el mismo Fidel Castro estuvo presente los tres días junto a su ministro de Cultura, Abel Prieto; el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, y el canciller Felipe Pérez Roque. Castro siguió cada detalle de las largas exposiciones y escuchó con atención cuando los periodistas Stella Calloni y el uruguayo Samuel Blixen ofrecieron datos sobre la participación de este grupo en la Operación Cóndor, en el atentado contra Prats, en 1976, y también cuando el criminal chileno norteamericano Michael Townley y el cubano americano Guillermo Novo Sampoll viajaron a Buenos Aires en 1977 para participar en el interrogatorio bajo tortura de dos funcionarios de la embajada cubana en Buenos Aires que habían sido secuestrados y permanecían en el campo clandestino de Automotores Orletti, que manejaba la banda de Aníbal Gordon.
Los delegados salvadoreños, el ex candidato presidencial por el partido Frente Farabundo Martí Shafik Nadal y la ex comandante guerrillera y actual diputada Nidia Díaz, acusaron al gobierno salvadoreño de intentar una maniobra para proteger a Posada Carriles al pedir su extradición. “Lo quieren reclamar por falsificar documentos, pero esos documentos no eran falsos, se los había dado el mismo gobierno”, afirmó Díaz, quien fue capturada durante la guerra en ese país por el cubano americano Félix Rodríguez, el mismo que había estado en Bolivia y que operaba desde la base aérea de Ilopango en El Salvador, junto a otros mercenarios cubanos, entre los que se contaba Posada Carriles, quien llegó allí dos días después de fugarse de una cárcel venezolana donde cumplía condena por la voladura del avión cubano.
“Venezuela no favorece ningún tipo de terrorismo, sea el que fuere –afirmó el vicepresidente de ese país–, no hacemos diferencias, como sí las hace el presidente George Bush.” Rangel subrayó que “Venezuela reclama la extradición de Posada Carriles porque existen razones de derecho, porque existe un convenio de extradición con Estados Unidos desde 1922, porque además tenemos la certeza de que participó en la voladura del avión y porque, además, siendo funcionario de inteligencia en Caracas, obtuvo la ciudadanía venezolana”.
Rangel informó que el gobierno norteamericano había respondido que no extraditaba a ninguna persona que pudiera ser remitido a un país que no tenga relaciones con ellos. “Lo decían por Cuba y nosotros les aclaramos que es un problema entre Estados Unidos y Venezuela, que Posada Carriles no sería enviado a ningún otro país incluyendo Cuba.” Y también anunció, tomando una propuesta de Bonasso, que denunciarán esta situación en la próxima reunión de la OEA “delante de Condoleeza Rice” y convocando todos los convenios y acuerdos antiterroristas que se han suscripto en estos años.
Al cerrar las deliberaciones de este Encuentro Internacional Contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia con un festival en el que participan desde Silvio Rodríguez hasta Isabel Parra y Pancho Villa, quedaba la sensación de que, a pesar de los años, Fidel Castro no pierde la astucia y ha decidido entablar desde su pequeña isla una nueva pulseada contra el jefe del Estado más poderoso de la tierra. Y tiene posibilidades de ganarla.