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La campaña en Chile para la segunda vuelta ya se calentó. A diferencia de lo que venía siendo la estrategia de Michelle Bachelet, la candidata oficialista no dudó ayer al acusar “a la derecha” de haber “llamado a gente, militantes de algunos partidos, ofreciéndoles incluso pagarles todas sus deudas”. La denuncia llegó 24 horas después de que su rival en el ballottage del 15 de enero, Sebastián Piñera, anunciara que 12 militantes de la oficialista Democracia Cristiana se habían sumado a su comando electoral. Además, Bachelet, en un claro gesto hacia los votantes de izquierda, prometió en su acto del martes a la noche que cambiará el sistema electoral que margina a los partidos menores.
La contestación de un “indignado” Piñera no se hizo esperar: “Es una acusación extraordinariamente grave. Si está complicada con los votos, gáneselos, pero con buenas propuestas y no con descalificaciones”. Bachelet, sin bajarle el tono a la confrontación, aseguró que nunca dio el nombre de Piñera, aunque acto seguido reafirmó que “esta práctica de la derecha es algo muy antiguo y conocido” y que ya afectó al avance de ese sector en la votación del domingo pasado. El desafío que enfrenta ahora la Concertación es ganar el 5 por ciento que obtuvo la izquierda en primera vuelta. Para ello ya respondió a la principal demanda del Partido Comunista –el mayoritario dentro de la coalición representada por Tomás Hirsch: la reforma del sistema electoral binominal, que obliga a una lista a doblar a la otra para ganar dos cupos parlamentarios, lo que perjudica a partidos políticos pequeños.