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Por Eric Silver *
Desde Jerusalén

Ariel Sharon, el primer ministro israelí, estaba en condición crítica en un hospital de Jerusalén anoche, luego de una operación intestinal de emergencia de cuatro horas, pero los médicos dijeron que su vida ya no corría peligro inminente. Un equipo quirúrgico, liderado por el profesor Avi Rivkind, extrajo 50 centímetros de su intestino grueso luego de una tomografía computada en la mañana de ayer, que reveló un daño severo en su tracto digestivo. En ese momento se dijo que su vida corría peligro.

Luego de la operación, Sharon, que ha estado en cuidados neurológicos intensivos desde que sufrió un devastador derrame cerebral el 4 de enero, fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos generales. Fue la séptima operación en cinco semanas para el primer ministro, que cumplirá 78 años en dos semanas. El profesor Shlomo Mor-Yosef, director del hospital Hadassa, enfatizó que el mayor problema era aún la imposibilidad de Sharon de recobrar la conciencia. Describió la operación de ayer como de rutina, pero concedió que no lo ayudaría a recuperarse del derrame.

“No tiene efecto directo –dijo–, pero indirectamente no es un buen signo..., su mayor problema es la recuperación del derrame.” No hubo nuevas trombosis, y el resto de los signos vitales, incluyendo presión arterial y pulso, eran normales. Los hijos de Sharon, Omri y Gilad, se quedaron a su lado anoche, pero la mayoría de sus amigos y asociados que habían corrido al hospital se retiraron. Lior Horev, uno de sus asesores, dijo: “Comenzamos la mañana en un humor muy sombrío. Parecía cuestión de horas. Cuando salió de cirugía, hubo un gran alivio”. Mor Yosef rechazó los rumores que decían que cuando Sharon entró al hospital, les había pedido a los médicos que hicieran todo lo posible para prolongar su vida, y dijo que todas las decisiones “fueron tomadas junto a sus hijos diariamente”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Virginia Scardamaglia.