Las fuerzas de seguridad de Egipto detuvieron ayer a diez personas, sospechosas de estar relacionadas con el triple atentado en el centro turístico de Dahav que acabó con la vida de 20 personas, de los que 12 son egipcios y seis turistas extranjeros. Las autoridades locales continúan las investigaciones sobre el autor de los ataques, y siguen sosteniendo que la causa de las explosiones fueron tres artefactos activados a distancia y no acciones de hombres suicidas. El director del Hospital de Dahav, Mohamed Hussein, confirmó que hay tres cuerpos completamente destrozados. Las pruebas de ADN podrían determinar su identidad y si, como creen algunas fuentes en el Sinaí, eran los suicidas que provocaron el horror en la, hasta ayer, tranquila avenida turística de Dahav. Como sucedió en los dos atentados terroristas anteriores, la primera reacción fue cerrar todos los accesos, declarar el estado de emergencia y detener a sospechosos, todos ellos egipcios. El gobernador de la provincia del sur del Sinaí, Muhamad Hani Mutawali, declaró que “no hay suficientes pruebas para señalar con el dedo a un determinado grupo terrorista”. Otro ministro añadió que “era muy temprano para identificar a los responsables”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.