Un nuevo día de calma y de “reafirmación revolucionaria” en Cuba. Muchas de las escenas del martes se repitieron ayer. Actos en las fábricas y una nueva manifestación multitudinaria en el Parque Central en la capital reafirmaron que nada ha cambiado ni cambiará con Raúl Castro en el poder. El encargado de informar ayer sobre el estado de salud de Fidel fue el presidente del Congreso cubano, Ricardo Alarcón. En una entrevista a una radio estadounidense, aseguró que se reunió con él ayer y que lo encontró “perfectamente consciente”. En el segundo día sin Fidel en el gobierno, la oposición más moderada de la isla se comprometió a mantener el clima de tranquilidad y pidió que se aproveche el traspaso para realizar algunas reformas.

Como el comunicado de Fidel del martes, las declaraciones de ayer de Alarcón tranquilizaron a los impacientes cubanos. “Está perfectamente consciente. Fue una muy buena conversación, como siempre. Hablamos durante media hora de muchas cosas que están ocurriendo en el mundo y del impacto que tuvo su anuncio”, explicó el líder parlamentario a la radio estadounidense Democracy Now. Alarcón aseguró que Fidel había pasado por una operación complicada y que estaba en el período normal de recuperación. “Está muy vivo y muy alerta, muy interesado por lo que está pasando en el mundo y en torno a él”, destacó el dirigente cubano, que utilizó la entrevista para negar los rumores que circulaban por Estados Unidos –especialmente en Miami– sobre la muerte de Fidel.

El gobierno provisional cubano, con Raúl Castro a la cabeza, otra vez optó por el bajo perfil y no hizo declaraciones ni hubo apariciones públicas. Las manifestaciones en las calles y en los lugares de trabajos estuvieron nuevamente a cargo del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de organizaciones sociales y sindicales. Como sucedió el martes, miles de cubanos se reunieron en pequeños grupos en las fábricas, o en una multitud como la que copó el Parque Central de La Habana, y pidieron por la pronta recuperación de su líder. El lunes a la noche, Fidel Castro anunció que sufría un problema intestinal grave y que tendría que ceder sus funciones a su hermano menor, Raúl, por tres o cuatro semanas, hasta que se recuperara. En los actos de ayer también se reafirmó la lealtad a la Revolución y, en consecuencia, al nuevo gobierno provisional.

Ante el temor a posibles acciones de los sectores opositores, los sindicatos han movilizado, desde el martes, una guardia obrera para custodiar edificios importantes como escuelas y fábricas. La activación de este sistema de seguridad se complementó con la mayor presencia policial en las calles. En medio de este clima de tensión, se aproxima una de las pocas fechas al año en que la oposición sale a manifestarse. Todos los 5 de agosto, dirigentes opositores conmemoran el aniversario de los disturbios y protestas que se adueñaron del Malecón en La Habana en 1994. Tres días después del anuncio de Fidel de su enfermedad, la oposición más moderada en la isla habló e instó a asegurar la estabilidad a través de “transformaciones sociales”. La Iglesia Católica de Cuba, la única institución además del PCC que tiene presencia en toda la isla, habló por primera vez sobre la supuesta transición. Raúl Dagoberto Valdez, uno de los directores de la revista católica Vitral, declaró que espera que con la toma de mando de Raúl se pongan en marcha reformas “prudentes”. Estos grupos opositores concuerdan en que el traspaso de poder no sólo llevará a algún tipo de reformas, sino que será irreversible.

A pesar de la calma que parece reinar en la isla, no todo sigue igual. El gobierno decidió ayer cancelar el carnaval de La Habana, la fiesta más antigua y popular que se realiza todos los años en la capital. Todo sigue igual en la isla, aseguran el gobierno y los cubanos fieles al régimen. Sin embargo, los temores a que la situación cambie se vuelven cada vez más difíciles de disimular.