Jueves, 17 de mayo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › EL ACUERDO COMERCIAL CON WASHINGTON PERJUDICA A INDIGENAS Y CAMPESINOS
La derecha, las multinacionales y los exportadores celebraron junto al presidente el acuerdo alcanzado en el Congreso norteamericano para destrabar el tratado de libre comercio. El opositor Ollanta Humala viajó a EE.UU. para frenarlo, pero no tuvo éxito.
Por Carlos Noriega
Desde Lima
Entre las protestas sociales que han estallado en distintas partes del país y una sucesión de escándalos políticos, el presidente Alan García celebra alborozado el acuerdo alcanzado en Washington entre la administración republicana y la mayoría demócrata del Congreso que le da luz verde al Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y el Perú. Pero previamente se deberán introducir algunas modificaciones exigidas por los demócratas al acuerdo original, las que tienen que ver con el respeto de derechos laborales, como la sindicalización o la prohibición del trabajo esclavo e infantil, el tema ambiental y el de patentes de medicamentos, reduciendo la ampliación de las mismas que contempla el actual tratado y permitiendo que un país pueda suspender el derecho de una patente médica por problemas de salud pública, algo que el TLC vigente negaba. Este acuerdo, alcanzado la semana pasada, destraba el TLC, que está pendiente de su ratificación en el Congreso norteamericano.
Las modificaciones decididas por Estados Unidos deberán ser aprobadas por el Congreso peruano, donde el oficialismo cuenta con los votos del fujimorismo y la derecha para hacer mayoría. García había viajado dos veces a Washington para pedirle personalmente a Bush la ratificación del TLC y reiterarle su voluntad de ser un aliado de Estados Unidos en la región para enfrentar “la influencia” del presidente venezolano Hugo Chávez y el surgimiento de gobiernos de izquierda. Según información recibida por Página/12 de fuentes confiables, la posibilidad de que el gobierno peruano otorgue su permiso para la instalación de una base norteamericana en su territorio habría formado parte de las negociaciones para obtener el TLC. Mientras el presidente García está de fiesta celebrando la llegada del TLC, que, según miembros del gobierno, espera tener ratificado en agosto, el ex comandante nacionalista Ollanta Humala, que perdió las elecciones en segundo vuelta contra García, clama que “la batalla contra el TLC no ha terminado”. “El TLC tendrá irreparables consecuencias para el Perú. Con este acuerdo el país se está aislando regionalmente”, ha sido la primera reacción de Humala, luego de conocer que su aprobación está muy cerca en el Congreso norteamericano. Humala ha anunciado el viaje de un grupo de sus congresistas a la capital norteamericana para hacer lobby en el Congreso de ese país contra este tratado. Pero después del acuerdo político entre demócratas y republicanos su tarea parece bastante complicada. El primer ministro Jorge del Castillo calificó a Humala de “antipatriota” por ir a Estados Unidos para buscar el apoyo de los congresistas de ese país contra el TLC, olvidando que su gobierno ha sido muy activo haciendo lobby en Washington sobre este mismo tema, aunque en su caso a favor del TLC. El gobierno ha asumido una posición intemperante que no acepta ningún cuestionamiento al TLC y pretende estigmatizar a los críticos de este acuerdo como enemigos del Perú.
Pero a pesar de los ataques del gobierno y de la ofensiva mediática a favor del TLC, las críticas a este acuerdo no cesan. “Podemos decir que este TLC modificado es menos malo que el anterior, pero sigue siendo malo para el país”, le dijo a Página/12 el economista y profesor de la Universidad Católica Pedro Francke. “Lo más negativo de este acuerdo es el tema agropecuario, donde el Perú ha aceptado el ingreso de productos agrícolas norteamericanos subsidiados y ha renunciado a la protección de su agricultura. Los campesinos peruanos no podrán competir y eso traerá graves consecuencias”, afirmó el economista. Se estima que entre un 25 y un 30 por ciento de los peruanos, es decir entre 7 millones y 9 millones, vive de la agricultura, de los cuales, según Francke, un 80 por ciento se verá afectado por el ingreso de productos agrícolas subsidiados. De acuerdo con un estudio elaborado por el Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade), el sector agropecuario perdería entre 100 y 160 millones de dólares por el ingreso de los productos subsidiados, costo que sería pagado en su mayor parte –un 60 por ciento– por los campesinos andinos, que son los más pobres del Perú.
Otro cuestionamiento al TLC es la protección que les otorga a las empresas norteamericanas. Existe una cláusula de protección de las “expectativas de ganancia”, que según José de Echave, economista de la organización no gubernamental CooperAcción, le impediría al gobierno peruano establecer nuevos impuestos a estas empresas o incluso obligarlas a hacer inversiones para adecuarse a normas de protección ambiental, porque podrían alegar que eso afecta sus “expectativas de ganancia”. “El Estado peruano queda atado de manos antes las empresas norteamericanas, que se vuelven casi intocables”, señala De Echave. Por su parte, Francke advierte que “es falso que el TLC creará una gran cantidad de empleo como asegura el gobierno. Su incidencia en este tema será mínima, porque el Perú ya tiene desde hace varios años el Atpdea (un acuerdo comercial que permite el ingreso de productos peruanos a Estados Unidos sin pagar arancel y que será reemplazado por el TLC), que es mejor que el TLC. Con este acuerdo ganarán unos pocos, especialmente los empresarios exportadores y los agroindustriales, pero afectará a la mayoría de los peruanos, y los más afectados serán los más pobres, que son los campesinos”.
Alan García está de fiesta. Sus invitados especiales son los empresarios y los políticos de derecha, que levantan copas celebrando la aprobación del TLC. Pero la mayoría quedará afuera y la fiesta puede tener un abrupto final en medio de las protestas de los que no han sido invitados.
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