Lunes, 28 de mayo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › LA V CONFERENCIA EPISCOPAL EN BRASIL ESBOZA SUS CONCLUSIONES
En los borradores que se vienen manejando hasta el momento y que serán votados esta semana, los obispos subrayan su apoyo a una unión latinoamericana y rescatan la importancia de los pueblos originarios.
Por Washington Uranga
Al entrar en su última semana de deliberaciones la V Conferencia General de los Obispos de América Latina y el Caribe reunida en Aparecida (Brasil), todo indica que los dos documentos finales –un mensaje breve que se conocerá este jueves 31 y un documento más extenso que sólo tendrá luz pública dentro de un par de meses– insistirán en la “opción por los pobres y los excluidos” ya tradicional en la Iglesia Católica latinoamericana, señalando críticas a la globalización, el reconocimiento del protagonismo que están teniendo en la región los pueblos originarios y afrodescendientes y un enérgico llamado en defensa del equilibrio medioambiental. De acuerdo con los trascendidos de los primeros borradores que serán sometidos a votación a lo largo de la semana, habrá también un decidido apoyo a la construcción de la unidad latinoamericana y caribeña bajo la idea de “la casa común”.
Aproximadamente 300 personas, entre obispos, expertos e invitados, se encuentran reunidos a 160 kilómetros de San Pablo, en lo que representa el máximo acontecimiento del catolicismo continental, inaugurado el pasado día 13 por el papa Benedicto XVI. Del evento participan diez obispos argentinos, incluido el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Jorge Mario Bergoglio. Divididos en 17 comisiones de trabajo, los participantes de la V Conferencia General hacen esfuerzos para dar a luz un texto que contemple todas las posiciones y puntos de vista disímiles. Si bien gran parte de los participantes hablan de un clima distendido y de cordialidad entre los asambleístas, no faltan tampoco las tensiones, en particular por la pretensión de los grupos más conservadores provenientes del Vaticano de impedir que se cuelen en el documento presuntas “heterodoxias” por parte de la Iglesia de América latina, una de las más autónomas de Roma y con peso propio, dado que representa el 43 por ciento del catolicismo mundial.
En los borradores que se vienen manejando hasta el momento los obispos hacen un análisis negativo respecto de las consecuencias de la globalización en esta parte del mundo, y si bien reconocen algunos beneficios, no ahorran las críticas. Menos contundentes son los textos en observaciones al neoliberalismo y al sistema capitalista en general. Como un dato relevante: vale señalar la aparición de las cuestiones vinculadas con la ecología y defensa del medio ambiente, definitivamente incorporadas a la agenda eclesiástica. “Los indígenas y afrodescendientes emergen ahora en la sociedad y en la Iglesia” se puede leer en uno de los borradores, en varios de cuyos pasajes se rescata la importancia del protagonismo que han venido ganando los pueblos originarios y los afrodescendientes, señalando que todo ello implica una “oportunidad” para la renovación del “encuentro” de la Iglesia con estas comunidades.
Todos los textos que se analizaron hasta el momento están atravesados por la preocupación –también expresada por Benedicto XVI– por la pérdida de fieles católicos y, en consecuencia, la disminución de la influencia de la Iglesia en los países latinoamericanos y caribeños. “El cambio cultural –dice un borrador– ya no garantiza la transmisión de la fe por parte de la familia y de la sociedad.” En otras partes se habla también de la falta de “celo misionero” tanto por parte de los fieles como de los propios ministros eclesiásticos.
Varios de los participantes –incluidos los argentinos– han hablado de la necesidad de llevar adelante una “gran misión continental”. Sin embargo los contenidos que se le atribuyen a esta tarea son diferentes. Para los sectores más conservadores se trata de “recatolizar” América latina y el Caribe, mientras que otros plantean esa tarea a través de un diálogo abierto y plural con la sociedad, que no sólo involucre a los católicos sino a todos los que profesan la fe cristiana, incluyendo allí a otras confesiones. No hay claridad, por parte de nadie, respecto de cuál debería ser la estrategia para alcanzar estos objetivos.
El debate con la Teología de la Liberación parece relegado a un segundo plano. De hecho un grupo de teólogos y pastoralistas enrolados en esa corriente están colaborando como asesores externos de muchos obispos participantes. En términos estratégicos, también se apunta a una presencia más cercana de la Iglesia junto a gobernantes, científicos y líderes sociales, con la intención de incidir en estos espacios de decisión.
En los borradores hay pocas referencias autocríticas de la propia Iglesia, se mantiene la reafirmación de la doctrina tradicional católica en relación con la familia y el respeto de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Esto incluye, entre otras consideraciones, el rechazo total a la posibilidad de admitir las separaciones matrimoniales y cualquier eventual despenalización del aborto. No hay tampoco aperturas sobre otros temas como el celibato sacerdotal obligatorio, a pesar de que los obispos expresan su preocupación por la falta de vocaciones sacerdotales y religiosas.
Tanto el mensaje que se conocerá el jueves como el texto integral que sólo se difundirá después de que el Vaticano lo revise y eventualmente le introduzca correcciones, harán una fuerte defensa de los procesos de integración latinoamericana y caribeña, llamando a la Iglesia a respaldar esas iniciativas en el marco del reconocimiento de la pluralidad étnica y cultural característica de la región. Los obispos votarán hoy la aceptación o rechazo de los borradores que les serán presentados y tendrán la posibilidad de introducir modificaciones en los textos.
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