Ciudad Juárez se movilizó ayer para pedir que el Estado mexicano ponga fin al mayor feminicidio del continente. Familiares de las niñas y mujeres desaparecidas, organizaciones civiles, periodistas y una gran parte de la comunidad de la ciudad lindera con el sur de Estados Unidos tomaron las calles durante la mañana en una marcha silenciosa y cargada de dramatismo. Mientras en los últimos 14 años se han encontrado los cuerpos de cerca de 400 mujeres violadas, torturadas y mutiladas, las organizaciones sociales estiman que la tragedia es aún mayor ya que habría unas cuatro mil más desaparecidas. Al mismo tiempo que cientos de personas marchaban en el norte mexicano, en otras ciudades del mundo se realizaban pequeños actos en solidaridad. En Montevideo, un grupo se reunió frente a la embajada mexicana y entregó una carta, en la que exigían acciones concretas para frenar el feminicidio en ese país.

Convocadas por la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, cientos de familiares, amigos y vecinos marcharon con un solo objetivo: “Exigimos justicia”. Cada familiar llevaba una remera blanca con la fotografía, el nombre y la fecha de desaparición de su ser querido. “Queremos que aparezcan las niñas y mujeres desaparecidas y que se realicen acciones para prevenir nuevas desapariciones”, aseguraban las organizadoras. La marcha comenzó a las diez de la mañana (hora local) en el centro de la ciudad y terminó con una protesta frente a la fiscalía, que se ocupa de la atención de delitos contra la mujer. Una vez allí instalaron cruces de madera pintadas de color rosa y flores.

El objetivo de la movilización era sensibilizar al gobierno, tanto a nivel local como nacional. Según las organizaciones sociales y los familiares de las víctimas, la inacción y la indiferencia estatal han permitido perpetuar un mal que viene aquejando a la ciudad del norte del país desde 1993. Aunque es posible que haya algunos casos previos, se cree que fue en ese año que comenzaron a registrarse asesinatos y desapariciones de mujeres, todos con características muy similares.

Todas son mujeres jóvenes, bonitas y, generalmente, trabajan en las maquilas. Las veces que la policía llegó a encontrar sus cuerpos fueron tirados en terrenos baldíos, con señales de torturas, violaciones reiteradas y mutilaciones, principalmente en los órganos sexuales. Según un informe de la Fiscalía del año pasado, no hay un patrón común en estos asesinatos y desapariciones, y sólo 78 casos de los cientos registrados –la mayoría no forman parte de las cifras oficiales– califican como ataques sexuales.

Este análisis gubernamental contrasta con los informes presentados en los últimos años por organizaciones nacionales e internacionales, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, las Naciones Unidas, Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ayer fueron entregadas cartas de defensores de derechos humanos en las embajadas mexicanas de Holanda, Suiza, España, Australia, Alemania, Italia, Canadá y Uruguay.