Sábado, 1 de marzo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › LE PIDIERON AL PRESIDENTE COLOMBIANO QUE NEGOCIE UN DESPEJE CON LAS FARC
Los cuatro ex cautivos de la guerrilla colombiana alertaron sobre la precaria salud de Betancourt y rogaron por la paz.
”La solución es política, señor presidente Uribe.” La frase la repitieron los cuatro rehenes de las FARC liberados esta semana y la dijeron con toda la angustia de quienes saben lo mal que la están pasando sus antiguos compañeros en la selva. “Hay que llegarle al corazón del presidente Uribe, hablarle, explicarle, porque él tiene que entender que si no se despeja Pradera y Florida, que es lo que piden las FARC, nuestros compañeros pueden morir en cautiverio”, rogó la única mujer del grupo, Gloria Polanco, durante la conferencia que dieron el jueves a la noche en Caracas. La dirigente colombiana, que sigue perteneciendo al mismo partido de Alvaro Uribe, habló de la dura situación de Ingrid Betancourt. “Estuve con ella dos meses, cuando estaba enferma con hepatitis. Nos hicieron hacer una gran caminata y todo el recorrido tuvo que hacerlo en hamaca, ya que no podía caminar, la vi supremamente mal. Luego no la volví a ver, pero sé que está muy enferma, supremamente decaída, no tiene ánimos”, alertó.
Los cuatro hicieron hincapié en la necesidad de encontrar una solución urgente para todos los secuestrados y fueron tajantes en que el único camino es dialogando. “Es absurdo pensar en un rescate militar, con unas condiciones como las que teníamos en cautiverio. Va a ser una masacre”, aseguró Luis Eladio Pérez. El ex legislador liberal miraba a la cámara como si le estuviera hablando directamente a Uribe. “Si persiste en la terca necedad de insistir en los rescates militares va a recibir, señor presidente Uribe, 40 o 50 cadáveres de estos ciudadanos que llevan 8, 9 o 10 años prisioneros en la selva”, agregó.
En medio de los ruegos y las historias desgarrantes, Pérez, el más elocuente de los cuatro, intentó distender el clima de la conferencia con algunas anécdotas. En una de las incursiones a los pueblos cercanos con los guerrilleros, Pérez tuvo que hacerse pasar por médico e incluso atender a un campesino. “Le recomendé tomar Viagra para un problema de cadera”, aseguró ganándose la risa generalizada de los periodistas y de sus compañeros. Otra vez, en el campamento en la selva, se olvidó que estaba sentado en una pila de sacos de pólvora y se fumó un cigarrillo ante la mirada de terror de sus captores.
Como Clara Rojas y Consuelo González después de su liberación, los ex rehenes no fueron condescendientes con las FARC y hasta no dudaron en calificarlos de terroristas –una idea que Bogotá y Washington no han conseguido instalar en la región–. “Son un grupo político-militar que utiliza prácticas terroristas”, aseguró Pérez al recordar que a veces los dejaban atados a un árbol durante 24 horas, los obligaban a caminar sin botas por los senderos de la selva y los encerraban “en espacios pequeños rodeados de alambres de púas”.
Jorge Eduardo Gechem, otro de los ex senadores liberados el miércoles pasado, contó que la guerrilla sólo le daba medicamentos genéricos para calmar su problema de espalda. Su estado físico era tan débil que una simple caída lo dejó inmovilizado durante semanas en más de una ocasión. Ahora deberá pasar por el quirófano. Su compañero, Orlando Beltrán, tendrá que hacer lo mismo. Según le dijeron los médicos, el estrés y la tensión alta que sufrió durante los más de seis años de cautiverio le causaron un problema que sólo puede ser tratado con una cirugía cerebral.
Pero a pesar de los sufrimientos que padecieron y las críticas a la guerrilla, los cuatro coincidieron en que hay que apoyar a Chávez y al intercambio humanitario. Pérz, uno de los amigos más cercanos de Betancourt durante el cautiverio, le pidió directamente a su gobierno que acepte las condiciones de las FARC. “Reto públicamente al presidente Alvaro Uribe para que demuestre el éxito de su política de seguridad democrática despejando los municipios de Pradera y Florida y que luego de 45 días las Fuerzas Armadas recuperen ese territorio”, desafió Pérez. Polanco, en cambio, intentó apelar a la sensibilidad del mandatario. “Estoy pidiendo el acuerdo humanitario porque el valor se le tiene que dar a la vida, no a un pedazo de tierra, no a un territorio”, señaló.
Según demostraron durante la conferencia de prensa, los cuatro liberados intentarán concientizar a Uribe, pero también a los colombianos y a todo el mundo, a través de la historia de la ex candidata presidencial franco-colombianaIngrid Betancourt. “Yo le debo la vida a Ingrid”, contó Pérez. “Cuando yo tuve los comas diabéticos, cuando tuve el infarto, Ingrid se dedicó con alma, vida y sombrero –como decimos en Colombia– a ayudarme. Me lavaba la ropa, me cuidaba cuando yo no podía dar un solo paso. Imagínese usted lo que siento, cuál es mi compromiso con ella”, explicó.
Pero las palabras que tanto resonaron en Caracas y en Francia no tuvieron mucho efecto en Bogotá. El ministro del Interior, Carlos Holguín, reafirmó ayer que no habrá ningún tipo de despeje militar. “Zona de despeje no es posible, zona de encuentro, donde quieran, en una zona despoblada y sin presencia militar ni de ellos ni del Ejército”, dijo, repitiendo la fórmula que propuso Uribe sin mucho éxito hace ya meses.
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