Un día después del anuncio de la nueva estrategia de Barack Obama, el ejército estadounidense lanzó una ofensiva contra los talibán en el sur de Afganistán. Al menos 12 presuntos insurgentes murieron cuando los norteamericanos atacaron las instalaciones donde producían explosivos, su principal arma contra las fuerzas de la OTAN y las afganas. Además, otros siete insurgentes murieron y al menos veinte resultaron heridos en un ataque fallido a un convoy de la policía en la vecina provincia de Kandahar, feudo de los talibán. Mientras tanto, a unos kilómetros de allí, del otro lado de la frontera, las tropas paquistaníes avanzaron sobre varios refugiados talibán en la llamada zona tribal. Según informó el ejército paquistaní, al menos 26 insurgentes fallecieron en la operación, presuntamente una contraofensiva al atentado contra una mezquita del viernes pasado, en el que murieron unas 50 personas. “Nuestras tropas de tierra están haciendo avances hacia la localización de los talibán en tres áreas”, informó un funcionario de inteligencia en Islamabad, la capital paquistaní, quien pidió no revelar su nombre. Horas después, un grupo talibán atacó en esa misma región un depósito de la OTAN y destruyó parte de los suministros de la coalición internacional.