Miércoles, 12 de abril de 2006 | Hoy
Por Mercedes López San Miguel
Malas noticias para George W. Bush: perdió un aliado y asumirá en Italia un europeísta. Parafraseando a su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ha ganado “la Vieja Europa” –cuando se refirió a los países como Francia y Alemania que se opusieron a la guerra de Irak–. Romano Prodi, ganador de las legislativas italianas, confirmó ayer su intención de retirar las tropas de Irak.
El controvertido Silvio Berlusconi se había mantenido como aliado de Bush y Blair en la guerra de Irak luego de que el jefe de gobierno español, José María Aznar, perdiera los comicios en medio de mentirosas alegaciones sobre los autores de los atentados de Madrid, en 2004. Los españoles eligieron como su sucesor al socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien apenas asumió replegó las tropas españolas.
Prodi está dispuesto a seguirle los pasos. En una entrevista con la emisora France Info, Il Professore dijo, aludiendo a los miembros de su coalición, que “hemos decidido juntos” que el día en que el gobierno “empiece a trabajar”, “tomaremos la decisión de retirar las tropas”. Señaló que esta retirada “no se hará de un día para otro”, sino con “la prudencia necesaria”. Durante la campaña electoral, el líder de la centroizquierda había prometido, en caso de victoria en los comicios, una retirada “rápida, cuanto antes” de las tropas italianas de Irak, pero siempre consensuada con Bagdad. Previendo que el conflicto de Irak incidiera en el electorado, Berlusconi había anunciado hace unos meses que los tres mil soldados italianos desplegados en ese país serían retirados para finales de año.
Il Cavaliere representó el alineamiento con la administración republicana. En contraste, Il Professore constantemente ha puesto su énfasis en la necesidad de reforzar la autonomía de Europa y trabajar para una relación transatlántica más igualitaria. Prodi dijo durante la campaña que si ganaba iba a luchar por establecer un papel activo de Italia en la Unión Europea.
Nada sobre Prodi es insustancial. En funciones como presidente de la Comisión Europea entre 1999 y 2004, el sobrenombre que le gustaba era “diesel”. Se veía a sí mismo como alguien que, a través del trabajo metódico, entregaba buenos resultados. Es un europeísta por convicción, y en su nuevo rol tratará de impulsar la integración más lejos y más rápido. Ahora, a la cabeza de una amplia coalición, le llegó el momento de probar que puede hacerlo.
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